Deforestación en el Ecuador

Marco Carrión Calderón

El pasado domingo se conmemoró el Día Internacional de los Bosques, instaurado por la Asamblea General de las Naciones Unidas con la idea de protegerlos pues han sido constantemente destruidos por obra de la avaricia de personas y gobiernos que únicamente han visto en los hermosos bosques un medio más de enriquecimiento.

A pesar de que los planes de reforestación han aumentado, la destrucción de los bosques nativos no se ha detenido desgraciadamente. Las instituciones del Estado creadas para que esto no suceda poco o nada ha hecho para cumplir su obligación a pesar del mucho dinero que nos cuestan. Presidente y Ministros de Medio Ambiente han preferido mirar para otro lado y de esa forma permitir la destrucción del medio ambiente. En Ecuador la deforestación es la más alta de Latinoamérica, incluso más que en Brasil. Los bosques plantados han sido, a veces, con especies que ocasionan daños a la tierra y el medio ambiente, como el pino, por ejemplo.

En la década del 90 había más de 14 millones de hectáreas de bosque nativo, pero se produce una deforestación constante de alrededor de 60.000 hectáreas anualmente. Para esta disminución intervienen la tala de bosques con fines de industrialización de la madera, incendios forestales, expansión urbana, actividades como la minería y extracción del petróleo, así como la expansión de la frontera agropecuaria.

Aunque es casi como clamar en el desierto considero necesario seguir insistiendo, con fuerza, sobre la necesidad de que el Estado se involucre más y en forma honesta en el combate a la destrucción de los bosques nativos, en primer lugar, y a un proceso de reforestación muy responsable, privilegiando hacerla con especies nativas o con las que mediante estudios serios sean consideradas como no dañinas para el medio ambiente. (O)