Chile debate si aplazar las elecciones a mayo por agravamiento de la pandemia

Un grupo de personas caminan por una calle en el centro de Santiago (Chile). EFE

Con más del 80 % de la población confinada, los hospitales a punto de colapsar y las nuevas variantes ganando terreno, Chile no ha tenido más remedio que abrir el debate sobre una posible postergación a mayo de las elecciones municipales, regionales y constituyentes del 10 y 11 de abril.

Una comisión de la Cámara de Diputados escuchó este lunes la opinión de expertos y autoridades sanitarias y electorales, luego de que el presidente chileno, el conservador Sebastián Piñera, anunciara la noche del domingo un proyecto de ley para aplazar los comicios al 15 y 16 de mayo, que será presentado en las próximas horas en el Parlamento.

«Para este 10 y 11 de abril, no hay condiciones seguras no solo para realizar las elecciones sino para realizar ninguna actividad que no sea esencial», dijo en la sesión la presidenta del Colegio Médico, Izkia Siches.

La doctora, una de las figuras mejor valoradas por sus críticas contra el Gobierno durante la pandemia, alertó sin embargo que no se puede «asegurar que el día 15 y 16 de mayo no vayamos a tener un escenario adverso», por lo que pidió mejorar la trazabilidad y endurecer las medidas sanitarias.

El proyecto de ley, advirtió por su parte el presidente del Consejo Directivo del Servicio Electoral, Andrés Tagle, «se tiene que promulgar esta semana o, a lo más, los primeros dos días de la próxima».

La postergación de las elecciones, que aún no está asegurada, debe aprobarse por mayoría de dos tercios en el Parlamento, donde la oposición pide al Ejecutivo medidas «efectivas» para controlar la pandemia, como el cierre de los centros comerciales, y mayores ayudas sociales, como la aprobación de una renta básica universal para que la población respete las cuarentenas y no salga a trabajar.

Según el presidente del socialdemócrata Partido por la Democracia (PPD), Heraldo Múñoz, para que el cambio de fecha de los comicios «tenga sentido» y se pueda controlar la pandemia es necesario también cerrar fronteras.

«La cuarentena no puede ser un privilegio solo para quien puede pagarla y eso significa una entrega de recursos del Estado para quienes más lo necesitan», indicó por su parte Gabriel Boric, del izquierdista Convergencia Social.

El Gobierno, sin embargo, tilda las exigencias de la oposición de «chantaje inaceptable»: «No me imagino que ningún parlamentario quiera poner los intereses políticos, electorales, antes de la salud de las personas», afirmó el vocero oficial, Jaime Bellolio.

«PARADOJA CHILENA»

Chile, el tercer país del mundo con más población inoculada, después de Israel y Emiratos Árabes, se encuentra desde hace semanas en una carrera contrarreloj para tratar de que el efecto de las vacunas se imponga a la velocidad de transmisión de las nuevas variantes.

Con más de 6,4 millones de personas vacunadas (3,3 con las dos dosis) y un ritmo de 300.000 inoculaciones diarias, Chile lleva sumido en una segunda ola desde diciembre, cuando empezó el verano austral, aunque en los últimos días la pandemia se ha desbocado y este lunes se registraron más de 7.000 nuevos casos por quinto día consecutivo.

Ser uno de los líderes mundiales en vacunación y estar sufriendo paralelamente la grave embestida de la segunda ola -que mantiene a 16 de los 19 millones de habitantes en estricta cuarentena domiciliaria- es lo que muchos califican como la «paradoja chilena» y que los expertos achacan a un exceso de confianza por parte de ciudadanos y autoridades.

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) afirmó la semana pasada que la situación en Chile muestra que la vacunación no sustituye a la prevención: «Las vacunas son solo una de las herramientas para frenar los contagios», alertó la responsable de la unidad técnica anticovid del organismo, Maria Van Kerkhove.

El Gobierno chileno cree que los primeros efectos de la vacunación se notarán a mediados de abril y confía que para las eventuales elecciones de mayo haya 9,3 millones de personas con al menos una dosis. La inmunidad de rebaño se espera para finales de junio.

Para la politóloga de la Universidad de Chile Claudia Heiss, tanto postergar las elecciones a mayo como mantenerlas en abril tiene «costes políticos».

Por un lado, explicó a Efe, los procesos electorales celebrados en una decena de países en 2020 -incluido el plebiscito sobre una nueva Constitución en Chile en octubre pasado- demostraron «no ser un factor de contagio importante», por lo que es difícil de justificar a la población el cambio.

Pero, por otro lado, el agravamiento de la pandemia y la saturación actual de los hospitales puede desalentar el voto y diezmar la ya escasa participación electoral en Chile, que lleva cayendo desde que el voto dejó de ser obligatorio en 2012.

Además de autoridades municipales y regionales, más de 14,7 millones de chilenos están llamados a elegir a los 155 delegados que redactarán una nueva Constitución, un proceso que se fraguó tras las graves protestas de 2019 y que requiere de mucha legitimidad para paliar el descontento social. EFE