Digitalización intensa

En la práctica, el “imperio” de la informática ha modificado con fuerza el tipo de acciones y relaciones en la sociedad contemporánea. Su generalización ha sido tan intensa que es legítimo hablar de analfabetismo digital para referirse a personas que no conocen o conocen muy poco de la práctica de este sistema. Para la masificación del proceso hay que tomar en cuenta el costo de los artefactos necesarios, que en el caso de personas muy reducidas económicamente les es muy difícil adquirirlas, al igual que el costo de algunos servicios, como internet. Las ventajas de esta “revolución” tecnológica son evidentes, pero hay problemas en que se universalice su práctica y acceso.

La pandemia que vivimos ha intensificado el problema por la necesidad de su conocimiento y uso ante las restricciones sociales mundiales. Como todo lo que procede de la creatividad humana, esta agudización tiene aspectos positivos y negativos. Ha posibilitado, por ejemplo, que la educación formal no se detenga al superar las aglomeraciones que las clases tradicionales requieren. Por otra parte, según opina alguna organización internacional, ha intensificado la brecha entre sectores pobres y ricos. Hay muchos casos en los que no disponen de dinero para adquirir los insumos o los tienen tan limitados para el número de hijos en las familias.

Las soluciones generales necesariamente se dan cuando los problemas se intensifican. Leer, escribir y educarse era hasta hace algún tiempo privilegio de personas pudientes. Cuando de este “lujo” se pasó a considerar un derecho masivo, los Estados han tenido que invertir mucho en infraestructuras físicas y humanas, a que toda persona pueda acceder a estos centros. El problema que comentamos lleva a que las instituciones públicas tengan que reorganizar sus gastos para que el acceso de insumos para la digitalización llegue a todos, como ocurre con los útiles escolares y servicios como internet sean tan básicos como las escuelas en la educación formal.