Elección sin parangón

Edgar Pesántez Torres

Solicito disculpas si esta carilla disgusta a muchos, pero hay que asumir los riesgos en la convicción de apostar por el bienestar de la sociedad toda. Entonces, especularé sin remilgos en función de algo que estoy seguro: los políticos nunca cambian y sólo se portan bien cuando les conviene; muchos de ellos pasan por nuestras vidas simplemente para enseñarnos a no ser como ellos. Los ejemplos de los tres últimos quinquenios son axiomáticos.

Soy consciente de la responsabilidad de un columnista, cuya función mayor es la formar opinión en sus lectores previo al conocimiento capaz que hay que tener sobre el asunto. Para ello no hay que andar a tientas ni ser calculador en las palabras, sino intrépido, franco y honrado, sin amilanarse a peligros y presiones. La única imposición debe ser la autoconciencia que lleve a la exposición de evidencias históricas y tribute a la concienciación ciudadana.

Ad portas de una elección sin parangón, hay que hacer memoria de la peor época vivida, aquella gobernada por un déspota que hizo de sus regidos lo que los capataces a los indios en época de la colonia, tan bella y crudamente descrita por El Faquir: “… ‘Capisayo al suelo, Calzoncillos al suelo, tú, bocabajo, mitayo. Cuenta cada latigazo’. Yo, iba contando: 2, 5, 9, 30, 40, 70. Así aprendía a contar en tu castellano, con mi dolor y mis llagas. Enseguida, levantándome, chorreando sangre, tenía que besar látigo y mano de verdugos. ‘Dioselopagui, amito’, así decía de terror y gratitud…”

El ególatra fue consagrado por sus lacayos, quienes le estimularon a que diga el 6 de enero de 2009 que el poder político recae en una sola persona: en él. “¡Escúchenme bien!: El Presidente de la República no es sólo jefe del Poder Ejecutivo sino del Poder Legislativo, Poder Judicial, Poder Electoral, Poder de Transparencia y Control Social, Superintendencias, Procuraduría, Contraloría.” ¿Y el pueblo?: ‘Dioselopagui, amito’.

Una vez conocido los resultados electorales de la primera vuelta, el cabecilla de Bélgica volvió a expresarse con alma vengativa, mientras el delfín desde acá anunciaba que el plan “ideológico” durará 50 años o más. Este domingo debe resurgir la democracia como sistema de participación social, de tolerancia ante la pluralidad de intereses, opiniones, opciones y acciones sociales. Con nuestros votos busquemos la inclusión de lo múltiple, el universalismo de lo plural; no de la imposición universalizante de lo singular.  (O)