Saludo al Maestro

Edgar Pesántez Torres

El tiempo adverso que vivimos hace desapercibir fechas magnánimas que son merecedoras de ser exaltadas y actualizadas para comprensión de la historia y, sobre todo, para mejorar la calidad humana. Inobservando los momentos políticos relievo este día por estar dedicado a quienes debemos la misma gratitud que a los padres, porque si estos nos dieron la vida los otros nos cultivaron en la ciencia y el arte de vivir: los maestros.

Soy descendientes de maestros, habiendo teniendo como mi primera educadora a mamá en la escuelita rural de Nárig-Sígsig, en donde enseñó a niños por largos años. Con ella recuerdo a otros, y vaya que fueron muchos, pues pasé la mayor parte de la vida bajo la tutela de ellos.  Esta circunstancia me inculcó a ser profesor y luego a tener como ideal ser maestro.

Si cumplí, en enhorabuena si no, excusas a quienes procuré hacer hombres de provecho y buenos ciudadanos. Fui insistente en persuadirles que el aprendizaje no termina con el fin de ciclo, del año o la carrera, que no acaba nunca porque el conocimiento es infinito, es decir, quería enseñar a que aprendan a aprender, como formula la nueva pedagogía.

Ahora que he vuelto a leer algunos pasajes de Juan Montalvo -nacido en un día como hoy- glosado por otro maestro ya ido, Antonio Lloré Bastidas, tributo a ellos y en ellos a todos quienes nos abrieron el camino a la libertad de conocimiento y a la emancipación de la conciencia. En sus Catilinarias, Octava, el ambateño enuncia “Que todos sepan leer y escribir y alabar a Dios, es tan necesario como el que todos tengan un plato de comida y un trapo con qué cubrirse”. Ciertamente la desigualdad social es consecuencia de la falta de democratización de la educación.

Al saludar al maestro ecuatoriano jubilado y a los que aún siguen vigentes, me permito engrandecer la obra de un distinguido ex maestro de colegios y universidades, quien también contribuyó en este ámbito desde diferentes púlpitos de la prensa: David Samaniego Torres. Varios libros nos lega el doctor Samaniego sobre el rol del educador, entre ellos ‘De maestro a maestro’ y ‘Más acá… de mis circunstancias’ que hoy he repasado con nostalgia algunos de sus capítulos y que sugiero su lectura a los que aún conducen a los niños y jóvenes de esta sociedad extraviada, porque permite aprehender a ser aprehendido. (O)