Negro horizonte

Aurelio Maldonado Aguilar

Se atropellan los días para el cambio de gobierno. Las esperanzas de todo un pueblo nuevamente entibian los ánimos patrióticos con sed de libertad y progreso. Batiéndonos en mar delictivo y de latrocinios heredados y aupados, la mayoría de ellos por la mafia bien organizada del correísmo que descubren día tras otro en secuencia inverosímil mantenida en el tiempo, nos asfixia en pobreza e inequidad y todo exponencialmente agravado por la maldita pandemia que nos postra y llena de muerte, terror y tristeza. Se da el cambio democrático dentro de marco respetuoso, por lo menos, aunque dudo sincero, pues se ocultarán muchas cosas seguramente fraudulentas, arrastradas cínicamente al no poder sacudirse de la intricada red de amigos del mal, regados en la amplia burocracia estatal. Esto se demuestra claramente al pasar revista de los altos trúhanes descubiertos en mil y una fechorías. Presidentes, vicepresidentes, asambleístas, contralores, jueces de cortes y organismos constitucionales, gerentes de ricas instituciones como Petroecuador, senain-inquisición ecuatoriana- partidos políticos, alcaldes, prefectos etc, que demuestran el muy merecido puesto dentro de países más corruptos del mundo. El tráfico aéreo de avionetas del narcotráfico, se volvió formidable y las pocas que se lograron incautar, atiborran hangares al ser ya, más de 20 sin contar la que se llevaron en las mismas narices de los policías. Cuantos cientos de ellas despegarán con droga sin ser descubiertas, pues no sirven radares y la base de Manta se convirtió en pista segura de sus acciones, partiendo desde allí, cómodamente. Mientras todo esto florece, la brutal catástrofe de salud pública que boquea por la pandemia, la monstruosa pérdida de miles de empleos, el deterioro de la economía a todo nivel, la quiebra del IESS, el legado de incultura con el sistema de educación que se fue a la gareta y que pasará factura, ubicándonos también entre los países más incultos del mundo. Negro horizonte cuya bruma imposibilita tener fe en el camino. Ostracismo obligado que nos mantiene año y medio ya, desesperados. Disturbios sociales, sicariatos diarios, depresiones comunitarias al no poder reunirse y la proscripción infame, pero necesaria por el contagio, de abrazos cordiales, reuniones familiares y amigos, con un terror justificado de que un semejante se acerque a menos de 2 metros. Negro horizonte que nos lleva a tientas por dédalo de mil peligros. Ciegos pues, requerimos un báculo y este será de honestidad y bien vivir. (O)