El hambre

Josefina Cordero Espinosa

Al hambre se le puede dar tantas acepciones, desde la sensación de necesidad de alimentos, hasta los nobles apetitos espirituales, pasando por escasez, la carestía y la miseria inhumana, deshumanizada, donde todo está fuera del alcance de la gente y los porcentajes hablan; está presente en todas partes aún en los suburbios de los países más desarrollados, ni la muerte por el sida, la tuberculosis y la malaria sumadas,  no se igualan a los que mueren de hambre en el África, la India, Haití y más cerca todavía en la región del Chaco donde el pueblo agoniza solitario sin que nadie se entere.

El hambre sirve también “para mostrar alguna necesidad excitando la compasión y mendigando un remedio para ello” convirtiéndose en una alerta, en una llamada, en huelgas de hambre muchas llenas de amor más allá de la  materia hasta conseguir con ellas la liberación, Mahatma Gandhi líder espiritual y político de la India ayudó  a la liberación de su pueblo sojuzgado por el gobierno colonial inglés.  Su gente le apodó Mahatma que significa “Alma Grande”, fue asesinado por un fanático hindú que se oponía a su sentir de tolerancia a diversos credos y religiones. Albert Einstein dijo de él “las generaciones del porvenir apenas creerán que un hombre como éste caminó la tierra en carne y hueso”. (O)