El que se fue y el que vino

Edgar Pesántez Torres

Hay quienes dicen que Lenin Moreno ha sido el peor gobernante que ha tenido el país, para lo cual demuestran que al término de su mandato llegó al 4 % de aceptación. Evidencian la ausencia de obra pública, el incrementado de la deuda, el ahondamiento de la pobreza, el aumento del desempleo… Esto y muchas otras razones han dado pábulo para que se lo critique acerbamente. También tuve igual desazón, más cuando el ex mandatario salió de las entrañas de una ideología populista fraudulenta y de un gobierno despótico; no obstante, hay acciones importantísimas que no se resalta, como haber evitado que el Ecuador caiga en la miseria venezolana, en la esclavitud cubana o en la pobreza de otros gobiernos socialistas del s. XXI, cuyo logro mayor es haber construido un crimen organizado. Tampoco fue de poca monta eliminar políticamente al caudillo desalmado. Entonces, es de hombres de bien reconocer esta obra inconmensurable.

Le sustituye un hombre trabajador, un ciudadano al que se lo expurgó más de una década sin encontrarle culpabilidad en el feriado bancario ni en otros latrocinios. Un banquero respetuoso, tolerante y con propósitos humanos. El mismo acto de posesión fue de una madurez democrática, no visto antes la instauración de la vida de derecho. Los discursos de los líderes del Ejecutivo y Legislativo, a pesar de sus posiciones opuestas, estuvieron a la altura de un pueblo digno, soberano y democrático. La disertación de nuevo mandatario no fue de una derecha recalcitrante ni de izquierda rabiosa, más bien tuvo una apariencia de centro y de socialdemócrata. Dijo que el Estado debe ser regulador y el mercado libre para contribuir al progreso y desarrollo del país. Un presidente bachiller que cautivó hasta a quienes no votaron por él y que avizora un mejor horizonte para la Patria que los gobiernos del licenciado Moreno o del pehachedé Correa.

Si aún se especula sobre la izquierda y la derecha se debería tener presente que, del mismo modo que hay una izquierda política que actúa en lo social como conservadora como la que se vivió, hay una derecha que actúa como progresista. Estos matices son importantes en la época en la que no hay condiciones favorables a cambios sociales revolucionarios (en el mejor sentido del término) y que puede ser decisiva la diferencia entre una derecha totalitaria o una derecha democrática.  (O)