Sicariato

Aurelio Maldonado Aguilar

No importa el momento o lugar. El ruido de una moto se acerca sin prisa ni miedo. La víctima generalmente desprevenida, está en un bar o en una de las tantas calles de barrios marginales del Guayas o Manabí, donde esto es práctica diaria. Barrios de otro nivel social son también vulnerados con menor frecuencia y los autos grandes y de lujo, no son suficientes para parar la balacera que termina con el designado, que queda encogido en reguero de sangre sobre el volante. La pandemia actúa de cómplice con las mascarillas obligatorias que ocultan el rostro y los cascos de motociclista, terminan el camuflaje. A quema ropa agotan toda la munición y se vuelve imposible fallar en el atentado. La víctima muere al instante. La moto no tiene placas ni posible identificación y si lo tiene son robadas y abandonadas cuadras más allá. La audacia es tal, que, con rifles de asalto de alto calibre, ingresan como militares o guardias a casas de salud y acribillan en su cama al escogido, con tal sadismo, que ni se enteran quien es y confunden a una pobre mujer enferma que se encontraba en la cama equivocada y en el momento equivocado. Luego, por lo general, los detalles del occiso demuestran que es un personaje con variado prontuario especialmente relacionado con tráfico de drogas y su expendio. Los noticiarios en forma diaria muestran escenas dantescas de estos asesinatos, que se van volviendo tan comunes que no conmueven. La historia nos demuestra de conductas similares en otras épocas. Al Capone, Pablo Escobar, grandes traficantes del vicio y la deshumanización de la sociedad, son nombres célebres que usaron estas conductas crueles e inhumanas para sostener su negocio ilícito. Todo esto nos confirma que nuestro pequeño paisito es un estratégico lugar de almacenaje y exportación de drogas a gran parte del mundo. Los intereses y fortunas que se mueven alrededor de todo son inmensos y deberemos aceptar que somos un narcoestado fabricado por aquel gobierno del innombrable delincuente, que pactó con la narcoguerrilla, levantó la base de Manta, traficó en valijas diplomáticas y aviones presidenciables, libero la droga. Dos enormes problemas muy peliagudos deben ser resueltos con valentía y honestidad a toda prueba por el nuevo gobierno. La pandemia y su vacunación y la lucha sin cuartel contra la droga, pidiendo ayuda a muchos países que son parte del problema al ser consumidores. (O)