La vía Cuenca-Girón-Pasaje

El duro invierno ha agravado al sistema vial del Azuay.

Parte de la afectación es la vía Cuenca-Girón-Santa Isabel-Pasaje, acaso la peor hoy por hoy.

La destrucción de su capa de rodadura, los hundimientos producto de fallas geológicas y los continuos derrumbes, son muestras evidentes de lo pésima que está.

El tráfico vehicular que soporta cada vez es más intenso: desde vehículos particulares, pasando por empresas de transporte de pasajeros, cabezales, hasta volquetes de alto cilindraje que transportan áridos.

El más crítico y peligroso es el tramo Girón-Santa Isabel. Grandes masas de tierra se deslizan provocando cuarteaduras, incluso en lugares que antes eran normales. Y por eso preocupan, alarman.

Ni se diga las antiguas fallas geológicas, como la de Santa Ana y Loma de Léntag. Se han reactivado con fuerza y son irremediables. También afectaban a la antigua vía.

Un dato sorprendente es la destrucción continua del carril derecho en sentido sur-norte. Dícese que es consecuencia del peso de los grandes volquetes que traen áridos a Cuenca.

Los daños son casi similares desde Santa Isabel hasta San Francisco. Los deslizamientos no dan tregua; más bien se agrandan. Los más, datan de muchos años atrás.

Nivelar semejantes averías y hundimientos con lastre, como lo ha hecho el Ministerio de Transporte y Obras Públicas, es “solución parche”.

Es obvio que una solución definitiva partirá de estudios técnicos; también de hipótesis, como la del replanteo del trazado de la vía, la colocación de puentes bailey en los tramos más difíciles.

La rehabilitación hecha durante los dos anteriores gobiernos, a un valor cuestionado, ni se diga por las consabidas ampliaciones de contratos, no ha durado casi nada. Hay un litigio con la empresa contratista, que ya dura varios años.

El MTOP y su titular, Marcelo Cabrera, tienen ahí un reto urgente. La siempre preterida Azuay requiere cuando menos de un pronunciamiento preliminar. Sabemos que no hay dinero. ¿Concesión, entonces? Lo que sea, pero que se comience a hablar en serio. (O)