Andrés F. Ugalde Vázquez @andresugaldev

Un raro equilibrio

Pocas cosas hay tan contradictorias y políticamente complejas como la administración de los procesos urbanos. Quiero decir, que la misma lógica que encierra el crecimiento de la mancha urbana sobre la frontera agrícola (y a menudo sobre la frontera ambiental), somete a la población a una serie de tensiones y activa un sinnúmero de interese casi siempre contrapuestos.

Allí estará el campesino, productor de alimentos, resistiendo como puede la transformación de los campos cultivables en zonas urbanas, lo que más temprano que tarde, causará el incremento progresivo de los precios en los alimentos por la distancia cada vez mayor desde la cual abastecemos los mercados. Allí estará el promotor inmobiliario, empujando en sentido contrario, buscando transformar las verdes zonas periféricas en nuevos conjuntos residenciales que capten la demanda por residencia de una población que ya supera el medio millón de habitantes y sigue contando. Allí estará el constructor, exigiendo reglas claras, garantías a la libre iniciativa y eficiencia (con razón) en la tramitología municipal que le permita activar los millones de dólares y los miles de trabajos creados por el sector. Allí estará, también, el ciudadano en toda su diversidad, exigiendo productos baratos en mercados cercanos, espacios verdes para recrearse y al mismo tiempo, calles asfaltadas y vías expeditas para conducir un automóvil.

Y finalmente, en medio de todo aquello, estarán los gobiernos seccionales intentado imponer un poco de orden, buscando generar ordenanzas y normativas capaces de lograr aquel raro equilibrio entre la necesidad del control que garantice un crecimiento ordenado y la necesidad aún mayor, de abrir de par en par las puertas a las nuevas iniciativas de inversión. ¿Multas? Un mal necesario ante los agentes del caos urbano que pretenden expandir la ciudad sin orden ni concierto. Sin embargo, no serán estas, jamás, la esencia ni el propósito de la normativa que rige el uso del suelo. ¿Cuál deberá ser entonces? Pues las abiertas facilidades para quienes, dentro la norma y el respeto a lo que Cuenca significa, buscan invertir en suelo urbano, agro-productivo e industrial, rápidamente traducible en riqueza y empleo. Y este equilibro, éste justamente, es la gran tarea por conseguir… (O)