Costumbre inveterada

Juan F. Castanier Muñoz

Desde que tengo uso de razón, que ya son bastantes años, no he tenido la suerte de ver un gobierno que haya podido consolidar un gran acuerdo nacional que, en base a una media docena de puntos coincidentes, logre una unidad que permita la conducción del país por una senda de progreso y realizaciones. La “convergencia democrática” entre la ID y la DP en 1988; el acuerdo político entre Sociedad Patriótica, Pachacutik, MPD y otros movimientos de izquierda que llevaron al poder a Lucio Gutiérrez en el 2003 y, el acuerdo entre Alianza País, Pachacutik, MPD y los grupos de izquierda, que lucharon para el triunfo de Rafael Correa en el 2007 y lo apoyaron abiertamente en la asamblea de Montecristi, han sido, o acuerdos puramente electorales, o pactos políticos que han durado mientras se han mantenido vigentes los intereses de sus actores.

Las razones para que, igual con otros países latinoamericanos, podamos muy fácilmente participar en lo que podría ser un “campeonato mundial de los desencuentros”, son variadas y, en algunos casos obedecen a motivos circunstanciales. Pero hay una razón que es el denominador común para los desencuentros y es aquella de que las agrupaciones políticas actúan, casi invariablemente, con su propia agenda, y en esa agenda se encuentra, como una especie de maldición gitana, las “próximas elecciones”.

Se calcula luego, que no es buen negocio “político” el de mantener un idilio permanente con ningún gobierno porque si se desgasta el gobierno, como cabe esperarse en buena parte de los casos, se desgasta también la imagen de sus “socios”. Cabe entonces, y aquí viene la estrategia perversa, alejarse lo más posible de los afanes del gobierno de turno, aparecer como su enemigo, criticar sus acciones, gritar a los cuatro vientos que con el gobierno “ni a misa”, declararse “opositores” a tiempo completo e izar la bandera del “no” a los planes gubernamentales, sean o no razonables. Bajo esta óptica miope y de mezquinos intereses, ¿encontrará el Ecuador, entre la dirigencia política y social, gente dispuesta a enfundarse la camiseta tricolor, olvidándose de las próximas elecciones?  (O)