Refugios de la pandemia (11)

Jorge Dávila Vázquez

RINCÓN DE CULTURA:

Continuamos con nuestra reflexión sobre LA CIUDAD QUE TE PERDIÓ.

Las cosas, entre Loja y Madrid, van, digamos que bien, por un corto lapso, hasta que la joven y bella mujer empieza a ser tentada en España. El hermano le hace saber a Rolando, el protagonista, lo que está ocurriendo y este, sin mayor reflexión, emigra de inmediato, en compañía de la pequeña Clara, muy ilusionada de ver a su madre, pero también un poco inquieta por sus padres, pues es muy perceptiva.

En Madrid, en poco tiempo, estallan drama y separación. Rolando es un ser pasional, de una intensidad terrible, y arrastra en su vorágine a la hijita.

Un divorcio veloz, tramitado en el Ecuador, sin conocimiento de la difícil Tatiana, agudiza el drama. Lo vuelve una tragedia de matices cotidianos terribles, pero se da un corte, una separación drástica.

En medio de rencores, recuerdos, violencias internas, hay como un intermezzo marcado por la presencia de otra mujer que, aparentemente, sería un alivio para los tormentos del obseso. En un primer tiempo, ella parece llenar el vacío de Tatiana, incluso para Clara.  Pero, poco a poco, se vuelve intolerable. Terelú, la bondadosa, la que parecía llamada a cicatrizar heridas, las abre nuevamente y de modo feroz e insospechado, con la espada de los celos. Cuando ese nuevo acto de la tragedia ha llegado a su fin, Tatiana asesta una feroz puñalada a su ex: arrebata Clarita al ya destrozado Rolando, luego de un proceso retorcido y costoso.

Loli, la última mujer del drama, la inalcanzable, supuestamente destinada a la vida conventual, ayuda en cierta medida a la supervivencia de Rolando, pero no es una figura clave en su despeñadero emocional.

¡Quién sabe si el “Deus ex machina” del gran drama de Carrión no sea la Browning, que recorre una buena parte de la trama y cuyo único momento de uso se da en la escena del seudo suicidio del protagonista, frente a la casa de su torturadora, cuando acaba disparándose en el dedo pequeño del pie, con todo el melodrama subsiguiente!

Entre paréntesis habría que anotar que es de las pocas escenas verdaderamente cómicas del libro, pues, si bien Carrión ha hecho gala de un extraordinario sentido del humor en algunos de sus libros, en este es de una absoluta parquedad. (O)