Reformas penitenciarias

                                       

Las últimas masacres, con el saldo de decenas de fallecidos, heridos entre los privados de libertad, así como policías heridos y una agente objeto de agresión sexual, ha motivado la alarma ciudadana y la preocupación del régimen de Guillermo Lasso, quien ha ofrecido llevar a cabo una reforma integral dentro del sistema penitenciario ecuatoriano, que al momento, preciso es decirlo se encuentra colapsado, y en manos de delincuentes de alta peligrosidad, que hacen de las suyas dentro de varios de los principales recintos carcelarios del país.

Las reformas tanto legales, como administrativas y de seguridad se vuelven urgentes, si se quiere que la pesadilla en las cárceles termine y los antisociales que las controlan, pertenecientes a mafias del narcotráfico y del crimen organizado en general, sean neutralizados mediante estas reformas. Caso contrario, de nada valdrán las denominadas “declaratorias de emergencia” para el sistema penitenciario, tomando en cuenta que, a las pocas horas de una requisa policial en las cárceles, donde se incautaron armas de fuego, incluso de alto calibre, sistemas de comunicación, celulares, drogas y otros objetos prohibidos, a los pocos días vuelven a introducirse estos materiales.

Ello quiere decir que el servicio de guías penitenciarios se halla penetrado por la corrupción en parte, y por otro lado existe temor en dicho personal poco preparado para afrontar cualquier contingencia. El Gobierno estudia mecanismos destinados a reducir la sobrepoblación carcelaria, dejando en libertad a sentenciados que hayan cumplido una parte sustancial de las penas respectivas y no representan mayor peligrosidad. Esto resulta polémico, puesto que la ciudadanía teme que sentenciados puestos en libertad vuelvan a delinquir, pero en cualquier caso es preciso terminar con el grave hacinamiento carcelario, como una prioridad. Estas reformas deben tomar en cuenta que aquellos delincuentes de alta peligrosidad, y que tienen poder económico a través de los carteles de la droga, deben ser recluidos en un recinto exclusivo para ellos y de la mayor seguridad.