Juan Valdano, el ensayista curioso

De una lucidez envidiable, el hombre deja una vasta obra para los lectores ecuatorianos.

El escritor cuencano falleció a los 82 años. Archivo

A pesar de que hizo de Quito su espacio para vivir, Juan Valdano regresaba a Cuenca para presentar y estrenar su vasta obra que siempre se caracterizó por su lucidez. Con una mirada envidiable, el escritor cuencano sabía cómo retratar a los ecuatorianos, a quienes los caracterizó como “una malgama tan compleja”.

Sin embargo, sus palabras que formaron cuentos, novelas, artículos y ensayos no serán escritas más porque Valdano falleció ayer, a sus 82 años. La noticia se conoció en la mañana, cuando la población ecuatoriana se despertaba con la medalla de plata olímpica que obtuvo Tamara Salazar.

Los primeros en hacer eco la muerte del cuencano fue la Academia Ecuatoriana de la Lengua. El prolífico escritor era académico de número desde hacía varios años por sus escritos que le valieron en tres ocasiones el premio Joaquín Gallegos Lara, el premio nacional José Peralta y la insignia Fray Vicente Solano.

Con la confirmación del fallecimiento de Valdano por parte de sus familiares llegaron una serie de comentarios constituidos por elogios hacia él. Recuerdos, recomendaciones de obras, y su larga trayectoria que empezó en Cuenca y que después se extendió por todo el Ecuador, se escribieron en su memoria.

“Un ser humano notable, una gran persona y un escritor muy particular, y muy bueno, por supuesto. Su factura fue maravillosa”, opinó el escritor Carlos Vásconez, quien conoció a Valdano, primero por sus cuentos, y luego en persona.

Literatura con distintas formas

En medio de la emergencia sanitaria el nombre y apellido de Juan Valdano tomó fuerza, ya que, en primera instancia, en el 2020 fue nominado al premio Eugenio Espejo, luego entró en la terna para que sea considerado en el reconocimiento nacional, y por último fue elegido para recibir el galardón que dos años antes había ganado el cuencano Jorge Dávila Vázquez.

Desde varios sectores, principalmente los del Austro, pujaron para que Valdano gane el Eugenio Espejo. Y entre los que hicieron fuerza estuvo el escritor e investigador Oswaldo Encalada, quien aseguró hace un año que “la voz narrativa de Juan Valdano es efectivamente proteica”.

Y encalada tenía razón, porque la habilidad de Valdano para cambiar de formas se reflejaba en sus textos y en las palabras habladas gracias a las bases que él mismo seguía y que recomendaba.

“No nos quedemos solo en la aldea o en la provincia, sino mirar el mundo es un punto de vista más”, dijo el escritor cuencano el 11 de agosto de 2020.

Ese día fue la última entrevista que tuvo El Mercurio con él. A través de ella dejó en claro sus pensamientos, sus creencias y esa necesidad de responder a la curiosidad.

“Siempre la vida diaria, la vida cotidiana nos plantea interrogantes, y el reto del escritor es ver el mundo y explicar lo humano.  Y quizá encuentre aspectos novedosos. O se vuelva a los temas universales, que es el destino, la muerte, el amor, el desamor, en fin”, respondió Valdano, quien, de seguro, hasta su último suspiro, se mantuvo curioso.     

Cronología del escritor

Juan Valdano nació en Cuenca, en 1939. Treinta años después se convirtió en doctor en Filosofía y Letra y empezó también una carrera como docente en distintas instituciones educativas del país.

Entre la enseñanza y la investigación surgieron más de una treintena de libros que fueron traducidos principalmente al francés e italiano. Su última obra se presentó en abril de este año: Tras las huellas de Odiseo, que fue editada por la Universidad de San Francisco de Quito.

Valdano también fue novelista y esa faceta se acrecentó cuando publicó “Mientras llega el día”, una novela que fue adaptada al cine con el nombre 1809-1810 a través del director y guionista Camilo Luzuriaga.

La labor del escritor cuencano se extendió hacia la política, una vez que fundó la Subsecretaría de Cultura, la cual presidió 1981 y 1984, y entre el 2001 y el 2003.

En los últimos años de su vida Valdano se convirtió en editorialista. Aquella actividad, que fue publicada por diario El Comercio, reflejó su lucidez sobre la historia y los comportamientos de los ecuatorianos en los siglos XX y XXI. (I)