Falsa democracia

Como superación a la concentración del poder en una persona propio, de las monarquías, que llevaban con frecuencia a abusos repudiables surgió y se difundió la democracia que se fundamenta en la alternabilidad de las autoridades a las que el pueblo, mediante un sistema electoral, encomienda por un tiempo, el ejercicio del poder a personas elegidas. Este sistema requiere condiciones en los ciudadanos, aceptación de su limitada duración de los elegidos y madurez política en los ciudadanos para decidir sus votos. La observancia del sistema jurídico es esencial, no sólo como declaración, sino como aceptación real por parte de los integrantes de los Estados.

El afán de perpetuación es ajeno a la democracia, pero, hay personas que lo buscan y, abusando de la autoridad, manipulan el sistema para mantener indefinidamente su gobierno con la imagen falseada de elecciones populares. Un ejemplo en estos días es Nicaragua donde el primer mandatario busca su cuarto período, ejerciendo toda suerte de maniobras para deshacerse de sus rivales, inhabilitando a algunos candidatos que podrían poner en riesgo su perpetuación. Por cierto, se realizarán las elecciones presidenciales en cuya validez no se puede creer por la política dictatorial del que busca una nueva reelección. Se trata de una falsa democracia.

Alega el mandamás que estas inhabilitaciones se deben a que sus rivales quebrantaron las leyes con pretextos como fomentar el odio o incitar al terrorismo. Estas “leyes” las elaboró él y, como controla todos los poderes, las interpreta y aplica. Para este dictador, no pensar como él es un delito, de manera que solo pueden aspirar a la presidencia sus devotos seguidores. Es lamentable que se den estas falsificaciones de la democracia como el que comentamos y ocurre en otros Estados como Bielorrusia. Es necesario que haya normas internacionales que inhabiliten estas farsas y que consoliden el principio de que la soberanía no puede estar vinculada a personas de dudosa condición.