Se habrá perdido el sonido de la niñez

Karina López Pino

¿Se han dado cuenta que actualmente los niños son más ausentes en las reuniones familiares? Fíjense con detenimiento y observarán que, por ejemplo, en las vacaciones son pocos los infantes que salen a los parques o a las aceras a jugar, a montar bicicleta, a gritar, a jugar fútbol, a hacer volar las cometas con los vientos fríos de la época. Y la respuesta se fundamenta en dos razones de peso: la magia de la tecnología y una nueva manera de vivir (aforos limitados con el miedo permanente de socializar).

El otro día, en el mundo de las redes sociales una imagen de un infante menor a un año de edad, con su vista clavada en la pantalla del celular, fue motivo de polémica. Y es que unos decían: “no es posible que los padres irresponsables le den a esa criatura un celular para que puedan cumplir con sus responsabilidades de trabajadores informales”, otros precisaban: “Esta bien que la guagua se distraiga mientras los padres se ganan el dinero para mantenerlo”. En fin, todas esas críticas se basaron en la imagen del otro, del que es más fácil criticarlo, juzgarlo y es que preciso es el versículo que dice: “No mires la paja del ojo ajeno cuando lo que tú tienes es una viga”.

Para que no molesten y nos den un tiempo libre, lo más fácil es prestarles el celular. Que triste es mirar la quietud de los niños, su silencio, su menor esfuerzo. En estos meses de vacaciones he extrañado el sonido de la niñez, esa algarabía que los caracteriza, esa forma de reír a carcajadas, de sudar la gota gorda y de ser felices con un helado o bolo de hielo, que por cierto también, ya no está de moda. Lo más práctico es jugar en línea y tomar como un robot el helado en un lugar cerrado sin el contacto de la naturaleza.

Qué tal si asumimos el reto de enseñarles a nuestros hijos la magia de la diversión a través de los juegos populares. Qué tal si los enganchamos en una buena historia de un libro físico, en la magia de cocinar con la abuela, en la dicha de jugar entre primos y vecinos. De cuidar las plantas y de ser responsables en el cuidado de una mascota. Sé que juntos lo podemos hacer. (O)