Juan Valdano a muerto

Hernan Deleg Pacheco

La obra de Valdano Morejón, con su inmenso valor literario, queda engarzado, con tan preciso ajuste que el lector en cada una de sus piezas-novela – cuento y ensayo conecta con indefectible exactitud.

Es menester entonces, dejando momentáneamente de lado sus méritos de escritor, reencontrarnos dentro de los límites de la razón, donde se desenvuelve la conciencia común, que los Filósofos lo denominan la “omnitud” llamada vida. En el mundo material, es el equilibrio; en el mundo moral, es la justicia; ósea el mismo equilibrio, con el mismo nombre; y, Juan Valdano obtiene su identidad, y su sacrificio es demasiado grande para llegar a ese fin, al punto de verse en él, no solo su pensamiento, en sus obras literarias, sino también del ser, que va acompañada de la conciencia, de su realidad humana que es reveladora; que gracias a su obra literaria, es el medio por él, que se manifiestan en relación con su vida, cuando disfruto de un paisaje, de su jardín, de su biblioteca, sabe muy bien que no es él quien lo ha creado, pero se conoce que sin él las relaciones que se establecen ante los ojos de Juan, como los árboles, el follaje, las flores, y la armonía y tonalidad de las formas y movimientos provocados por el viento, lo está en su imaginario, como el tomar una pregunta por una respuesta; estas conjeturas están apuntaladas en sus libros, que no son efectos casuales; a si al sentirse libre, revela la libertad del otro de su lector.

Juan descansa sobre una bóveda inmensa del cielo, no estará más físicamente, pero sigue vivo a través de sus obras, más que un sueño cargado y lleno de recuerdos; y, para aquellos amigos que expresan su solidaridad; pues se necesitaría una infinidad de palabras para expresar su agradecimiento. Gracias. (O)