3, 2, 1…

Tito Astudillo Sarmiento

¡La espera terminó!, por fin de vuelta a las aulas, lxs amigxs, las historias, vivencias, anécdotas, la acumulada algarabía, el abrazo reprimido (que deberá ser un choque de puños a dos metros), regresan y ya era hora, regresan y ya era necesario, regresan y ¿es seguro?; bueno, seguro lo tenemos que hacer nosotros, cada uno, entre todos…

Entre la certeza del retorno progresivo y la expectativa-necesidad de un retorno seguro media la responsabilidad y compromiso por el cumplimiento de un protocolo que define el retorno, no como la acción de volver, sino algo más cercano a reencuentro en un contexto diferente, es decir como la acción de coincidir.

El retorno progresivo para ser seguro debe conjugar la resiliencia con la empatía, la solidaridad con la responsabilidad y la reciprocidad con la confianza, a puertas del inicio del nuevo periodo lectivo es urgente volver sobre las líneas del nuevo pacto social que configura la nueva normalidad.

La nueva normalidad demanda una nueva estructura mental que destierra la viveza criolla y refuerza el compromiso con la norma y el protocolo, una nueva conducta donde el “ya me dio” y el “ya me vacuné” no constituyen, de ninguna manera, patente de corso para burlar la norma o ignorar, no solo mi responsabilidad, sino y, sobre todo, el derecho del otro, a la salud, tanto como a la seguridad y tranquilidad.

En el marco de la nueva normalidad, romper con el protocolo del distanciamiento físico-social, la desinfección de manos y el uso correcto de la mascarilla adecuada debe ser visto como una nueva forma de violencia contra la cual todos: unidades educativas, docentes, alumnos y, por su puesto, padres de familia; debemos asumir un compromiso irrenunciable.

El mundo no será igual, la llamada nueva normalidad es el camino hacia un escenario, contexto y entorno en transformación constante y dinámica. (O)