Fatiga pandémica

Nancy Negrete Martínez

La “fatiga pandémica” es un término acuñado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para definir la desmotivación y el cansancio ante una pandemia prolongada. A pesar de que las campañas de vacunación se dan de manera efectiva y, con ello, el optimismo de una nueva normalidad, la fatiga pandémica no ha dejado de flagelarnos.

Con este retorno a clases, la salud emocional debe estar en el primer plano, especialmente de los niños y jóvenes. Además, se debe considerar la marcada desigualdad y la gravedad de una crisis social generada por la pandemia, donde unos sufren más que otros.

El reto, está en crear, en probar opciones nuevas, en abrirse a ese tiempo de calidad, de lo cercano, de dar una nueva mirada a los encuentros; es decir, de reinventar para seguir sonriendo a la vida, incluso ante el miedo, las prohibiciones y la incertidumbre. A decir de Alberto del Campo, la solución está en encontrar válvulas de escape que instauren un tiempo extraordinario (aunque sea fugaz) y rompan el tiempo ordinario (de hartazgo), pero que sea compatible con las restricciones pandémicas.

Los establecimientos educativos cumplen aquí un rol importante, que no es solo el de educar, sino también, de ser ese espacio de encuentro, de relajación y de goce que nos permite disfrutar de la compañía del otro.  De allí que el programa educativo debe partir por tomar conciencia de la situación y del riesgo, debe enmarcarse en cumplir metas realistas, con estrategias que afronten el problema y sumen apoyos. Por parte de los padres de familia, el deber está en seguir cumpliendo con las medidas necesarias para prevenir tanto problemas físicos como psicológicos y que nos ayuden a no bajar la guardia. No es posible que “hayamos nadado tanto, para ahogarnos en la orilla”.  (O)