Justicia

Una máxima popular cita que la Justicia es divina, son tantos los hechos observados durante los últimos 15 años de nuestra democracia, que el común de los mortales repite con insistencia dicha frase.  Frecuentemente nos encontramos con verdaderos asaltos a la praxis jurídica, actos que llevan vergonzosos procesos que nos hacen creer que el tostar granizo es tecnología  refinada.  Autoridades fugadas, portadoras de grilletes electrónicos, cargo bicéfalo que obstruye al municipio capitalino, contraloría descontrolada, mandos medios portadores de políticas corruptas decisorias, mafias y grupos de poder enquistadas en la fisiología estatal, concursos viciados que no  seleccionan a los mejores, autoridades del poder legislativo que carecen de formación moral, ética y hasta cultural y que dirigen los destinos del País. 

Defensor del pueblo inmerso en un proceso de violación e ingesta alcohólica cuando era prohibido por las regulaciones sanitarias de la pandemia. Citas clandestinas en torres que brindan respaldo a grupos que se llevan los dineros públicos en negociados de medicinas y equipos hospitalarios al más puro estilo de capos, cuyo ilimitado poder les brinda una coraza de protección poderosa. La práctica de lo ilícito tomó cuerpo a vista y paciencia de todos y poco o nada se puede hacer para defender al bien y al bueno. El crimen creció a tamaño incontrolable, las cárceles son verdaderas ollas de presión por la turbulencia que en ellas se cocina y sin rehabilitación. Las calles son emporio de atracos, sicariato, muerte y dolor. Erupcionó  el volcán del micro tráfico de sustancias prohibidas y el Ecuador exporta gigantes pesos de éstas, como respuesta a la eliminación de la base de Manta y supresión de los radares por disposición de un exmandatario. (O)

Por: Eduardo Sánchez Sánchez