Lo que todos quieren saber, pero nadie responde

Édgar Plaza Alvarado

   Después de 20 años las preguntas y sobre todo las dudas continúan sobre qué fue lo que realmente ocurrió en Estados Unidos el 11 de septiembre. 

   Personas con información privilegiada exponen videos de explosiones controladas en decenas de pisos abajo del sitio del estrellamiento de los aviones en el WTC, antes de que éstas se desplomaran. No dan explicación a esto.

   Si delante de todos los ojos del mundo que veían el desastre se dieron anormalidades que las autoridades estadounidenses no han justificado, que podríamos esperar de los separados dos incidentes que ocurrieron en otras zonas como el del famoso vuelo 93 de cuyo aparato e integrantes no quedo ni huella. Todo accidente deja rastros, pero en este caso ni señales de que el avión cayó y haya dejado, como nave pasada y con carga, una hondonada si se vino al suelo de punta como el gobierno dice pasó. Nada, como si se hubiera hecho humo.

   Ahora, lo que pasó en el Pentágono, de igual manera que los casos anteriores, queda muchísima duda. No hay detalles de cámaras de seguridad en las que se puedan ver con nitidez a un avión chocando en alguna pared de ese edificio inmenso. El gobierno estadounidense exhibió un orificio pequeño horadado en una de las paredes y dijo que era el efecto del choque. En 1976, cuando las cámaras de televisión eran pesadas, incómodas, poco duraderas y de limitada precisión, USA ya disponía de tecnología de visión HD (alta definición); 25 años después, en uno de los edificios más protegidos y cuidados del mundo, las cámaras de vigilancia eran tan imprecisas que filmaron escenas nada claras, a cuadros, pixeladas ¡en las que no se puede obtener ningún detalle! Un cuento difícil de creer. Más todavía si jamás exhibieron restos de cadáveres o alguna pieza por más pequeña que sea del supuesto avión accidentado. Para justificar en algo tanta incongruencia dijeron que una de las alas se había desprendido km. antes de llegar al pentágono, sin embargo, nunca se la encontró ni tampoco huellas del tal desprendimiento.

   Pocas acotaciones para tanta incoherencia. (O)