Escándalo y novedad

Las noticias sobre acontecimientos de diversa índole, desde una visión cuestionable de comunicación, tienen mayor o menor importancia según la reacción que genera en el público. La actual asamblea tiene propósitos positivos, pero según datos sobre el comportamiento de sus integrantes, la opinión pública aprueba o condena su funcionamiento. Una visión positiva debería hacer un balance equilibrado de sus aciertos o desaciertos en la gestión de sus integrantes, pero tienen mucho mayor impacto datos negativos en la visión ciudadana, es decir escándalos que el DRAE los define como “Hecho o dicho considerados inmorales y condenables que causan indignación e impactan en el público”.

El prestigio de personas e instituciones depende de su actuación; si actúan con normalidad en el cumplimiento de sus obligaciones es aceptable; si supera las expectativas se eleva y si no hay el debido cumplimiento baja, Los escándalos, a veces, fundamentados en hechos, a veces en meras apreciaciones impactan en el prestigio. En el caso de la asamblea, el déficit en el cumplimiento de sus propósitos baja el prestigio, que en nuestro país llega a niveles alarmantes. En un cuerpo colegiado numeroso es explicable –no justificable- que algunos integrantes, abusen del poder político para beneficios personales al margen de los intereses colectivos.

Los seres humanos somos imperfectos, lo que contribuye al prestigio institucional es que las acciones irregulares no se oculten, se denuncien y sancionen. Más que la acción, es más escandaloso ocultarlas. Los escándalos pueden salir a luz por denuncias externas, pero si se dan por investigación de la institución, el prestigio sube. En el caso de la asamblea, uno de sus integrantes de la comisión de fiscalización ha hecho denuncias fundamentadas. Afirmar que está contribuyendo al desprestigio de la institución es más que ingenuo. Consideramos que el prestigio mejora si la propia institución descubre sus defectos y los sanciona.