El dolor de una crisis humanitaria

Caroline Avila @avilanieto

Decía Edgar Rodas, insigne médico cuencano, que en el dolor nos encontramos todos.  Al leer la terrible noticia del padre que perdió a 3 de sus 4 hijos en la Penitenciaría del Litoral los fríos números que el Gobierno comunica se vacían de sentido.   En el dolor nos encontramos todos.  O al menos deberíamos hacerlo.  Porque esas personas que aun esperan ser identificadas, o esas familias que de manera desgarradora e inhumana buscan noticias de sus seres queridos, merecen una explicación del Estado sobre su cuidado y bienestar. 

La crisis carcelaria, que en este momento debería ser llamada humanitaria, no resiste el discurso de los conflictos entre las mafias o la falta de control en las cárceles, mucho menos respuestas ambiguas, improvisadas o directamente falsas, como las que escuchamos de la autoridad en el Guayas.  Las crisis, como sucede en comunicación gubernamental, merecen ser abordadas con profesionalismo, con información certera, con la seriedad acorde con la gravedad del conflicto, pero también con la humanidad y la empatía por la tragedia que las familias atraviesan.

Al menos en el dolor nos deberíamos encontrar todos. (O)