Patrimonio arqueológico regional

Tito Astudillo y A.

Cuando vemos la forma preferencial que, en otras latitudes del país, se concede al manejo de sus monumentos arqueológicos, vale la pregunta: ¿qué pasa con el patrimonio arqueológico regional?, y más concretamente con los vestigios Cañari e Inca, ubicados la meseta de Pachamama, entre las provincias Azuay y Cañar, alguna vez sugeridos para la implementación de un “Parque Ecológico y Arqueológico”.

 Pero no prosperó ninguna iniciativa para la preservación y puesta en valor los vestigios culturales de ese hermoso mirador de los valles del río Burgay en la provincia del Cañar y del río Cuenca en la provincia del Azuay. Paradójicamente, el sitio continúa abandonado y sometido a un solapado proceso de apropiación y destrucción, pese a los esfuerzos de algunas comunidades aledañas e instituciones preocupados por su abandono y destrucción. El complejo arqueológico está integrado fundamentalmente por el Camino del Inca, tramo visible entre Llacao y la portada del Pachamama, y los vestigios arqueológicos localizados en lomas Tulún, Quichul, loma de la Cueva y Tablamachay, de filiación cañari e inca (500 AC y 1532 DC), construidos posiblemente con finalidad político administrativo, militar y religioso, anota Antonio Carrillo. Este sitio ha motivado frecuentes visitas de investigadores, buscando certezas para una mejor comprensión de las culturas y los pueblos que nos precedieron.

La meseta del Pachamama, como se le conoce a esta estratégica colina y mirador del Valle Cuenca-Azogues; por su ubicación especial entre las dos provincias, por su belleza paisajística, por sus componentes arqueológicos, por su rol en la cosmovisión andina y presencia en el imaginario regional, constituye un sitio de especial interés cultural, ecológico y turístico, que debe ser rescatado, preservado y puesto en valor. (O)