Pensar y actuar

David Samaniego Torres

No sé qué pasó en nuestro Ecuador el momento de juntar la actitud de pensar con la de actuar, como que en esos instantes se volvieron enemigas y decidieron no verse a la cara. El resultado de esta situación anómala ha conducido a conclusiones antinaturales. Encontramos gente que de tanto sumergirse en sus pensamientos y reflexiones se ha distanciado peligrosamente de la vida real. Estas personas son brillantes en lo que examinan, acertadas en aquello que vislumbran como soluciones a determinados problemas, pero nada más: que no cuenten con ellas porque perdieron todo contacto con la acción y toda motivación para transformarse en actores que buscan soluciones. Es un grupo peligroso para el futuro de una nación.

Existe otro grupo de mayor peligro integrado por aquellos que no piensan, que no reflexionan sobre sus actos, que se agrupan ciegamente para cumplir decisiones de caudillos. Este grupo es el más peligroso, es una masa sin ideas ni voluntad propias, pero con la fuerza y contundencia del número, dispuesta a ejecutar el qué, cómo y cuándo, dictado por sus caudillos.

Pobre Ecuador: un grupo muy significativo de su gente está formado por aquellos que aman pensar y abjuran de la acción y, paralelamente, otro, por aquellos que renunciaron a su pensamiento y lo enajenaron en manos de sus caudillos.

Misión del Presidente Lasso y de su equipo de gobierno debe ser poner las tildes sobre las íes, combatir la corrupción puertas adentro primero y luego en su entorno, despertar del letargo cívico a la población y combatir de frente y con decisión a quienes osen continuar mangoneando la voluntad de nuestro pueblo. Thomas Mann escribió: “La tolerancia es un crimen cuando lo que se tolera es la maldad”.

La presente hora de la Patria no admite un vuelva luego.  Estamos juntos para fortalecer al legítimo gobierno, para respaldarlo también de puertas afuera, o seremos testigos del derrumbe de nuestras instituciones y de la entronización del caos.

¿Estamos aún a tiempo?  Ciertamente que sí. Podemos y debemos constituirnos en baluartes de protección. Dejemos de ser espectadores de un posible desastre. Pasemos a constituirnos en sus defensores permanentes. El enemigo es fuerte, organizado y tiene dinero suficiente para comprar conciencias. No vivimos horas para sentarnos a pensar qué hacer. Es el momento de decir sí a la Patria y alinearnos con el Presidente que eligió Ecuador. (O)