Detrás de la batalla

Carlos Castro Riera

Los discursos ideológicos y las disputas jurídicas, en torno a la conducta del poder, suelen encubrir los verdaderos intereses ejuego, como sucede hoy en la batalla democrática entre el oficialismo y la oposición en la que se oculta el afán del gobierno del presidente Lasso por profundizar el neoliberalismo, mientras que la oposición, con sus diversas fuerzas políticas, se enfrenta al régimen, pero con objetivos distintos.

La oposición del Partido Social Cristiano no es en contra del neoliberalismo, pues pregona lo mismo y se ha beneficiado de esas políticas ya sea cuando fue gobierno o desde la trinchera del legislativo en base a la presión a los regímenes de turno. Mejor dicho, siempre han participado de la teta. Ahora están en la oposición por intereses específicos de un sector empresarial de la costa.

La oposición de UNES se la hace desde el interés supremo de conseguir el mejor escenario para lograr la impunidad de su líder y, por ello, empujan cualquier posibilidad para que impere el caos e inestabilidad política y pescar en rio revuelto.

En el caso de Pachakutik y la Izquierda Democrática, mantienen una posición crítica al gobierno desde la defensa de los derechos de los trabajadores, indígenas, campesinos, pequeños y medianos productores frente a las políticas antidemocráticas que favorecen a los mismos grupos de poder.

En estas circunstancias la coyuntura política del país está atravesada por una serie de contradicciones y matices que incluso cruzan al propio gobierno como a los bloques de oposición ya que no hay homogeneidad en el PSC, UNES, ID y Pachakutik en torno a la resolución de la crisis, que se ha agudizado con los nuevos escándalos de los Pandora Papers y el lavado de activos y más negociados de personajes vinculados a Alex Saab.

Ciertamente estamos ante un laberinto político con callejones que pueden llevar a consultas, juicios políticos, muertes cruzadas, pero ninguna de ellas es la solución, aunque algunos aventureros empujan la muerte cruzada, sin considerar la débil institucionalidad del país, donde las nuevas elecciones podrían degenerar en un relajo e inestabilidad de imprevisibles consecuencias en medio de la crisis moral, fiscal y económica terrible. ¿O ya se olvidaron de las últimas elecciones? (O)