De Oro, plata y presea

Edgar Pesántez Torres

El 5 del mes que corre, en el Hotel Oro Verde, el primer cuerpo gremial acreditado en esta ciudad en 1957, inicialmente como Centro Médico Federal del Azuay y luego Colegio de Médicos del Azuay que tuvo como primer presidente al doctor Guillermo Aguilar Maldonado, honra y prez de colegas y azuayos, homenajeó a sus socios que cumplieron bodas de oro y plata y entregó la presea “Timoleón Carrera Cobos” al más destacado de sus integrantes.

El cometido del cuerpo gremial fue crear un ambiente solidario para los asociados con propósitos e intereses comunes, de ser un factor motivante para inspirar orgullo y elevar el espíritu a fin ser hombres selectos que trabajen en algo que trascienda a la ciencia y se asienta en el humanismo. No se conoce de otras profesiones que hayan proclamado estrictas normas de comportamiento como las de Hipócrates que, con variantes, su esencia sigue siendo la misma.  

La labor de este gremio ha sido trascendental para el perfeccionamiento de sus integrantes y la salud del pueblo. Su aporte sustancial en los campos científico, cultural, social, artístico, deportivo… Uno de sus aciertos, desde hace más de medio siglo, ha sido brindar pleitesía a los que llegaron a cumplir 25 y 50 de trabajo siendo agremiados y conceder una presea al más destacado.

Esta ocasión se reconoció por sus bodas de oro a mis recordados: Leonardo Alvarado, Raúl Alvarado, Teodoro Dávalos, Oswaldo Vásquez, Saúl Pacurucu, Oswaldo Cárdenas, Alberto Quezada…   Por las de plata: María Isabel León, Lorena Encalada, Geovanny Barros, Fernando Martínez, Edgar Becerra y Enrique Viteri. Parabienes a ellos que estudiaron para aprender, enseñar y, sobre todo, curar. Excusas por la memoria y por el espacio que constriñen prescindir de otros de la pléyade.

La Condecoración “Timoleón Carrera Cobos” se concedió a un cirujano de amplia y exitosa trayectoria, y no sólo en el arte de manejar el bisturí con conocimiento, esfuerzo y abnegación, sino también como gremialista y defensor de la clase. Me refiero al cirujano JUAN SERRANO ARIZAGA, cuyo perfil lo describió con vastedad y fidelidad su congénere Luis Mario Maldonado. ¡Juan!: la pasión por el bisturí te habrá hecho entender los límites de la ciencia, pero no de lo humano.

Todos debemos conocer y reconocer el esfuerzo de los que combatieron la enfermedad y apostaron por bienestar de la humanidad, unos con más trascendencia que otros como los arriba atildados.  (O)