Constitución y desestabilización

Gerardo Maldonado Zeas

Un gobernante sometido a los grupos que pretendieron y pretenden desestabilizar la democracia, debe dormir con el un ojo abierto, antes que se dé el zarpazo. No se necesita, como sostienen los politólogos de la vieja guardia, tener Fuerzas Armadas alineados a tal o cual conspirador y grupo desestabilizador para que esto ocurra. Ahora las armas y las bayonetas se encuentran en la posibilidad de interpretar la Constitución como les venga en gana, cuando se buscan armar mayorías en la Asamblea y negociar la no continuación de un presidente legítimo.

El marco de la Carta Democrática Interamericana aprobada en 2001 por la OEA, estableció un doble mecanismo al diferenciar entre “ruptura del orden democrático” y “alteración del orden constitucional” con el fin de proteger, en teoría, a los gobernados por mandatarios arbitrarios, autoritarios; y de aquellos conspiradores disfrazados de opositores, que buscan derrocar a un gobierno legítimo.

En el Ecuador, los frustrados miembros de la Comisión de Garantías Constitucionales, quisieron acomodar la Constitución para sacar al presidente Lasso. Un análisis viciado, lleno de incongruencias, un informe tipo Frankenstein avalado por un grupo de atormentados, imbuidos por su afán de manejar la cosa pública para conseguir la impunidad en los casos de corrupción.

El presidente de la Comisión de Seguridad de la Asamblea denunció que los integrantes del correísmo de esta comisión, le pidieron no involucrar al gobierno de Correa en el diagnóstico de la grave crisis penitenciaria que vivimos, a cambio del apoyo en el pleno de la legislatura. Ciertos políticos viven el momento, buscan privilegios, y generan el escenario para crear la grave conmoción interna, concepto mayor que saben puede sacar a un presidente elegido en las urnas.

Un tiempo de reflexión urgente es necesario en el Estado ecuatoriano y en otros más, sometidos a la supuesta vigencia de Constituciones aprobadas de manera democrática a las cuales se les maltrata y malgasta sin medida ni clemencia. No es necesario tener Constitución escrita, si de ésta se hace tabla rasa de manera sostenida. (O)