Marcelo Maldonado solicita apoyo y cuenta su vivencia en las minas de Portovelo

El fondista radicado en Cuenca busca patrocinadores para cumplir los objetivos propuestos con Byron Piedra

El parque de La Madre es uno de los lugares de entrenamiento de Marcelo Maldonado. Bolívar Sinchi/El Mercurio

Marcelo Maldonado es oriundo de Portovelo, cantón minero ubicado al suroeste de Ecuador, en la provincia de El Oro. Por cuestiones de trabajo de su padre, toda la familia se trasladó a Cuenca.

Cuando sus progenitores regresaron a casa, él decidió quedarse en la capital azuaya con su hermano. Este ingresó al cuartel, agarró gusto por el atletismo y le inculcó el deporte hace ya una década.

Hoy trabaja bajo la dirección de Byron Piedra con objetivos ambiciosos para 2022. En principio gran parte del apoyo provenía de sus padres.

Ahora, a sus 25 años, se sostiene con lo que gana como entrenador a medio tiempo, pero no le alcanza. Debe pagar arriendo, comida, agua, luz, teléfono e internet.

“Soy un deportista que en la vida ha sabido lo que es tener un nutricionista, un fisioterapeuta incluso el calzado correcto. Digamos, de los cuatro meses de vida útil que son, uno lo hace durar un año o hasta que valga, si está roto lo mandamos a remachar y a seguirle dando, es lo que nos toca. Igual en la alimentación…”.

Cuando empezó la pandemia, en marzo de 2020, Marcelo regresó a su tierra para ayudar a su familia que anduvo apretada en la parte económica. Trabajó en una planta minera.

“El sueldo era un poco más del básico, pero no podía cumplir con los entrenamientos. Allá no hay escenarios deportivos para mantener el nivel”.

Trabajaba 24 horas continuas y descansaba las siguientes 24 horas. Para mantenerse físicamente, “durante las 24 horas me sacaba un poco el aire para hacer como si fuese un día de fuerza y en el día de descanso salía a correr… Luego cambiamos en jornadas de 12 horas, era un poco más liviano, pero eran rotativas…”.

Una de sus tareas era sacar el material minero. “Un par de veces nos metimos a la mina a burrear, como se dice. Sacábamos todos los carros llenos de cuarzo para transportar a la trituradora… serían unas 200 carretilladas en menos de ocho horas, era durísimo”.

Cuando se dañaba la máquina le tocaba palear 24-7. “Una vez nos caían las piedras en las manos, casi pierdo un dedo porque se me cayó una piedra gigante, con las justas avancé a esquivar, pero igual la uña se me voló”.

Las jornadas eran extenuantes. En la madrugada le abrazaba el sueño, pero “nos metían a las chanchas, sacábamos el material más aguado, era muy pesado. Ese material tenía cianuro, teníamos cuidado para que no caiga en los ojos”.

Marcelo es Licenciado en Cultura Física, campeón sudamericano juvenil de milla urbana, entre otros logros nacionales e internacionales.

“Las empresas deben apoyar para tratar de proyectar al alto rendimiento no cuando estés arriba. Hago un llamado a cualquier empresa, no les voy a defraudar, estoy seguro en mis capacidades y sé que vamos a lograr algo grande y buenas medallas”. (BST)-(D)