La “Era” Merkel

Luego de estar al frente por casi 16 años, como primera ministra de Alemania, Ángela Merkel terminó su gobierno dejando una profunda huella positiva en la primera potencia económica de Europa. En una democracia parlamentaria como la de ese país en el que la agrupación política que logra mayor votación en las elecciones parlamentarias designa al primer mandatario, es factible este tipo de prolongación, a diferencia de las democracias presidencialistas que, en la mayoría de los casos, limita el número de períodos que puede gobernar el presidente. Merkel, como máxima dirigente de la Democracia Cristiana, logró este propósito demostrando su extraordinaria capacidad de liderazgo y respetabilidad mundial.


Luego de la segunda guerra mundial, se dividió al gran país derrotado en la oriental, bajo el predominio de la Unión Soviética y la occidental de Estados Unidos. Ángela Merkel, desde los pocos meses de nacimiento vivió en la oriental en la que se formó, siendo la primera gobernanta proveniente de esa área en dirigir a la Alemania unificada desde el colapso de la Unión Soviética, lo que contribuyó a disminuir las tensiones y huellas que dejó la división con sistemas de gobierno rivales y contradictorios. Vale la pena recordar la fuerte “fuga” de alemanes orientales a occidente, pese a las restricciones del muro de Berlín establecido por el sistema marxista.


Si bien en algunos países democráticos de occidente han llegado al poder mujeres y han ejercido el gobierno, la presencia femenina en estos niveles ha sido excepcional. La extraordinaria gestión de Merkel demostró hasta la saciedad que el prejuicio de la “inferioridad” de las mujeres con relación a los varones es un absurdo sin fundamento, pese a la vergonzosa discriminación de género a lo largo de la historia. Una real democracia implica la igualdad de todos los ciudadanos al margen de religión, política y género. Ángela Merkel es un hito en este proceso. (O)