Apus de las montañas

Nicanor Merchán Luco

Con suerte, me volví a encontrar con mi viejo amigo Ignacio Montaño, un agricultor que vive en Tangeo a las faldas del cerro de Minas de 4.000 msnm, yendo desde San Joaquín hacia Soldados y, desde allí, se puede llegar a los páramos de Gal Gal y Can Can, en esos lugares dice Ignacio que vive el dios de las montañas, los Apus o espíritus sagrados, los que se veneraban desde la época de los incas. En la actualidad muchos campesinos y agricultores que viven en los páramos siguen rindiendo culto a las montañas y claro, desde el sector de Can Can hasta Pimo, existen restos de construcciones incas ya que por allí se podía llegar a la Costa.

En estos lugares de inmensos pajonales y de cerros elevados de la cordillera, la tradición quedó y permanece hasta ahora. Según los incas que habitaron en Paredones de Molleturo, en Can Can, el Carmen de Pijilí y en muchos otros de la región andina se adoraba a los Apus, que eran entidades divinas y protectoras que dirigían la vida de los seres humanos y hoy las personas que viven en los altos páramos continúan conservando la misma tradición.

Los Apus son montañas de gran importancia porque allí habita el dios protector de los seres humanos: generalmente son montañas y cerros elevados, allí habitan cóndores, pumas y el mundo de los vivos. Los cerros y las montañas de acuerdo a su forma y apariencia son venerados; sus características ofrecen resguardo y permiten desde su cumbre visualizar el mundo que les rodea. Los dioses de los cerros de los Andes en donde habita su divinidad tienen una realidad paisajística sin igual y, además, como dicen los propios arrieros y campesinos de las alturas, tienen una energía propia y un alma bondadosa. (O)