Un paraíso perdido

Hugo Darquea López

No me refiero al de John Milton, sino al mundo cívico necesitado de la sana razón. Ser libres de todo monopolio y extremismo para encontrar el punto de  equilibrio  y  definir las justas relaciones ciudadanas.  
Vemos como en Chile los extremos políticos fueron los factores determinantes de estas elecciones de diciembre y entre la extrema derecha y la extrema izquierda se definieron los resultados, dando por respuesta el triunfo de lo que suponemos una izquierda orillada en los resquemores de la antiductadura de Pinochet o el extravío de ver nuevamente a las familias y las calles tomadas por los cercos de la violencia.
En días pasados un millar o más de refugiados cruzaron los caminos desde Venezuela a Chile, se les veía con la fatiga y una sombra de esperanza en nuevos tiempos, superaron las barreras de las fronteras de su propio país, luego las de Colombia, de Ecuador y Perú y lograron entrar a la región norte de Chile, la explanada de una suerte de desierto los recibía, pero se les notaba con un grado de alegre liberación, es que como dijo alguien de ese grupo, dejaron las miserias de un sistema de oprobio  y pretendían llegar a un mejor destino, pero repregunto a contra pelo, ¿Cómo es que  huían del supuesto paraíso socialista  de Venezuela para refugiarse en el infierno neoliberal de Chile?  algo no cuadra.
Es la hora de las decisiones, no se puede seguir del engaño a perpetuidad, nunca la demagogia nos ha dado buenos resultados, tarde o temprano se deben rectificar el daño causado por el cinismo de los extremistas y tarde o temprano las comunidades sociales entren a la madurez  política del desarrollo integral.  En Alemania el nuevo gobierno de coalición social demócrata, liberal y ambientalista saludaba los éxitos del gobierno cesante de la Unión Demócrata Cristiana, invocando el diálogo y la colaboración para seguir construyendo  una sociedad de prosperidad y justicia…A ese nivel se debe llegar… (O)