Puertas patrimoniales

María Eugenia Moscoso C.

Cuando transitamos por un tiempo de limitaciones y escasez económica, con cierta intranquilidad política, con insalubridad en razón de la pandemia, el panorama de cara a estas fiestas de Navidad se presenta afectado, con  un intenso movimiento comercial pero, disminuido en las manifestaciones religiosas, en virtud de las restricciones por la pandemia, sin Pase del Niño Viajero, sin las tradicionales novenas del Niño en las iglesias y en las casas, sin muchas de las Cenas de Nochebuena en familia y en este restringido escenario, ha llegado a mis manos un libro que reconforta y enriquece, “Veinte y seis Puertas Patrimoniales de Quito”, de la autoría de mi profesor de la PUCE y amigo, Julio Pazos Barrera, persona de vasta cultura y de gusto exquisito.

Su acierto editorial atraviesa iglesias, conventos, monasterios y santuarios, anclados en siglos ya pasados, en búsqueda de puertas y portones, que exhiban rasgos y estilos artísticos de variado tono: neoclásico, barroco o manierista, pertenecientes a artistas anónimos, ornamentados con tallas en madera, trabajo en hierro y en cerámica y respaldados por textos de autores especializados en el arte patrimonial.

 Libro sin igual, que destaca con esmerada destreza los renovados valores del arte quiteño heredado de generaciones anteriores y que, permite a los amigos de la arquitectura quiteña, perfeccionar su acto de contemplación y de recreación, con una guía muy particular, que constituye este producto editorial, de Julio Pazos Barrera. (O)