La vida es bella

Viviana Bernal Estrada

Cerca de terminar un año de renacimiento tras una pandemia que dejó huellas, desgarrando corazones y quebrantando sueños, nos queda aún mucho por agradecerle a la vida, por quienes están junto a nosotros, por lo que somos, por lo que tenemos y por lo próspero que recibiremos a manos llenas. La vida es bella mientras la confianza en uno mismo y la fe en un ser supremo nos mantenga erguidos ante lo que vendrá, sin saber siquiera si es bueno o no; y, de allí impregnar nuestra esencia en cada acción siempre que ésta sea con integridad.

El mundo avanza y con él todos y todas quienes anhelamos algo mejor, somos ciudadanos de un mundo que sin hostilidad alguna nos debe dar una vida más humana, más compasiva, más justa y más armoniosa; claro está que nuestro deber ser es el poner fin a la descomposición social y con ello a todas las anomalías éticas y morales que cada vez se naturalizan más, distorsionando lo que nuestros maestros de camino nos inculcaron algún día.

Vivir a plenitud no solo debe ser una utopía escrita en documentos esperanzadores, la plenitud debe ser entendida como una conducta existencial, libre y respetable para cada persona sin que ocasione ni un mínimo daño colateral; vivir a plenitud también es hacerlo desde la gratitud; entonces y en acorde con mis primeras líneas, mi gratitud sincera por un año más de experiencias y aprendizajes, por mis hijos y mis padres, por mi familia y amigos, por el amor, la salud y la vida en congregación… La vida será siempre bella mientras pueda agradecer por quien soy. (O)