Por un periodismo con dignidad y respeto ante violencia de género

Caroline Avila @avilanieto

No pocas voces se han levantado por la cobertura que ciertos medios y espacios de comunicación le han dado a la muerte de Naomi Arcentales. Una lamentable pérdida bajo circunstancias que requieren claridad y cuyas investigaciones este momento se encaminan por la sospecha de un femicidio.  El hecho recibe atención mediática a partir del estallido en las redes sociales por datos que la Fiscalía habría preferido no preguntar.  Errores del sistema judicial ecuatoriano que, gracias a un activismo fuerte y efectivo de familiares de la víctima, así como del movimiento feminista han hecho posible lo imposible: que Fiscalía investigue.  Sin embargo, ciertos ejercicios periodísticos dejaron mucha decepción por la inclusión de tintes más relacionados con el entretenimiento que con la búsqueda de la verdad.

La cobertura periodística evoluciona con los tiempos y la velocidad que la tecnología exige.  Los temas se vuelven más complejos y las lecturas aún más diversas conforme la sociedad accede a un contenido informativo que está literalmente al alcance de sus manos.  El rigor en los hechos, que en anteriores soportes periodísticos era suficiente, parece que hoy no alcanza debido a la voraz competencia por una porción de la audiencia entre una selva de propuestas informativas y de entretenimiento cuyos límites han quedado difusos en el menú comunicacional actual.   Pero este escenario no justifica la revictimización en casos de violencia de género ni la inclusión de videntes para “conocer detalles del hecho” menospreciando así el dolor de la familia y volviendo un proceso judicial en un show de entretenimiento. No. La atrocidad sólo puede ser denunciada. El femicidio no encuentra justificación en una sociedad que protege derechos de todos y todas. La cobertura ligera o banal de un doloroso caso que lamentablemente se vuelve más frecuente en nuestro país, no puede tolerar la presencia de absurdos distractores que sólo desperfilan la gravedad del hecho. No es periodismo, es burdo entretenimiento y no estamos para tolerar más errores como este.  Así como las redes gritan #NiUnaMenos, también deberíamos exigir que el periodismo trate con la dignidad que se debe a cada caso de femicidio. Si no sabe hacerlo capacítese, el desconocimiento se resuelve con educación; la sensibilidad es, en cambio, parte de la condición humana, ante su ausencia sólo queda la indignación.  (O)