Con optimismo

Juan F. Castanier Muñoz

Para escribir el primer artículo del 2022, estaba pensando si me refiero a los 170 presos políticos en Nicaragua, a quienes se les prohibió recibir visitas en las últimas navidades, o  a las elecciones chimbas en Venezuela, o al folclórico sombrero del presidente peruano, o a las manifestaciones antigubernamentales prohibidas en Cuba y, definitivamente, decidí retomar alguno de los temas señalados para otra fecha y dedicarme por hoy a una reflexión optimista y esperanzadora sobre la situación que atraviesa el Ecuador.

El presidente Lasso superó un primer escollo importante cuando cumplió con la oferta del plan de vacunación, ocupando en la actualidad nuestro país uno de los diez primeros lugares en el mundo en lo que ha porcentaje de vacunados se refiere, hecho tan cierto y contundente que ningún opositor, ni de los más recalcitrantes, se ha atrevido a poner en duda las cifras y los logros. El mismo proceso de vacunación ha permitido el levantamiento de algunas restricciones sanitarias, hecho que ha posibilitado, sin discusión, una notoria reactivación económica de determinados sectores, reflejada asimismo en el incremento de los afiliados al IESS en la segunda mitad del 2021 y 170.000 mil nuevas plazas laborales, cifras que, asimismo, no han merecido ninguna observación “escrutadora” de los depredadores políticos y agoreros profesionales del desastre.

Ha conseguido el gobierno, tarea que parecía imposible, que la desprestigiada Asamblea de paso al presupuesto general y a la reforma tributaria. En suma, se ha logrado capear el temporal. Por supuesto que aún hay temas difíciles en el tapete, como el del río Coca y sus gravísimas repercusiones económicas. La posición de cierta dirigencia indígena y de alguna dirigencia de la transportación pública. El control de las cárceles. La lucha contra la corrupción. La crisis de la cúpula policial.

A diferencia de los dirigidos desde Bélgica, empeñados ahora en la “beatificación” de san Rafico y en la libertad de la “banda”, los ecuatorianos que amamos a nuestro país, sin intereses de por medio, apostemos por el optimismo y la esperanza. ¡Hay buenas señales! (O)