Vuela alto

Viviana Bernal Estrada

Y cuando te das cuenta que tus hijos ya crecieron, no solo las bastas se encogieron, sus cuerpos cambiaron, sus voces se afinaron y lo que algún día fueron juegos, hoy son sus proyectos de vida.  Las prestaciones de la vida no son a largo plazo; en promedio, dos decenas de años, es efímero para quienes amamos con toda la fuerza del corazón.

Con el tiempo, mientras reclamas liberarte de cuidados propios de la edad, ni por segundos abandonas la ideación de “mamá de los polluelos”, sigues ahí; tal vez más suelta, más ligera, más enfocada en ti, pero sigues ahí. Ese mismo poder señorial que te dan las canas y las arrugas hace que tu presencia imaginaria esté justo allí; entonces es ahí cuando comprendes que así sea con “brotes maníacos” vives por ellos y para ellos.

El tiempo es tan generoso como versátil, concede y despoja, recompensa y condena, pero entre tanta analogía, se forjan lazos, se escriben historias, se vive la vida en familia y se llora una despedida. Vuela alto hijo mío, vuela tan alto como puedas y recibe a plenitud el aire fresco de un nuevo aprendizaje; mientras yo aquí, me quede esperando tu regreso para escribir juntos una nueva historia. (O)