Aluvión

María Eugenia Moscoso C.

Incontrolable naturaleza que impacta, invade, cubre y rebasa con su lodo, su agua y todos los materiales que vienen desde lo alto. Por ello, una treintena de muertos, heridos, casas colapsadas y un sinfín de lágrimas y de dolor.

Quito es una ciudad coronada por cimas y entretejida por quebradas, incapaces de controlar cuánto por sus canales baja desde lo alto. De allí, la impotencia que se vivió en la Gasca, el día lunes, 31 de enero, cuando el día oscurecía.

Municipio y Prefectura son los llamados a realizar el estudio correspondiente y a asumir las previsiones que deberán tomarse sin demora, frente al escenario vulnerable que no permite quedar en la incertidumbre, sujeta a lo que venga. No hay duda que la inestabilidad y el cambio de autoridades incrementó la vulnerabilidad y entonces el aluvión llegó sin previo aviso y tomó por descuido a la Gasca, sin que nadie dé cuenta de un plan de prevención que evite más tragedias de la magnitud que tuvo el aluvión.

Ahora, el Alcalde Guarderas y la Prefecta Pabón deberán actuar con diligencia y presteza para presentar políticas urgentes, que eviten otra gran tragedia. Casas, carros y vías se reponen, quizás de manera rápida, pero la vida de una treintena de personas es irrecuperable. Dios ilumine a estas autoridades y permita una acción urgente que impida un nuevo desastre. ¡Nos resta elevar una oración por las personas fallecidas en razón del aluvión! (O)