Respeto a la naturaleza

La aparición de la vida en la tierra trajo consigo una vinculación dinámica entre estos nuevos seres y el variado entorno físico. Nuestro planeta ha sido muy generoso al proporcionar a estos nuevos habitantes medios de subsistencia que les permita mantener esta condición, llegándose a un sano equilibrio, hasta que apareció el ser humano que, dotado de razón y capacidad para desarrollar tecnologías alteró ese equilibrio, con más frecuencia mayor a lo no deseado, alterando irresponsablemente el equilibrio ecológico indispensable para que haya armonía entre la naturaleza y los avances tecnológicos nacidos de la creatividad adaptando las innovaciones a las condiciones naturales y no agrediéndolas.

La agricultura para incrementar la producción es necesaria ya que, de otra manera, la creciente población no podría subsistir, pero no cabe que, so pretexto de producir más, se agreda a la naturaleza destruyendo sus condiciones propias. En nuestros días más de la mitad de los habitantes del mundo viven en centros urbanos en los que no se producen alimentos y la agricultura tiene que acrecentar su producción para satisfacer necesidades vitales de los que no trabajan en ella, para lo que no es necesario acabar con esta fuente de producción mediante innovaciones técnicas que impidan el acelerado deterioro.

La expansión de los centros urbanos conlleva una grave agresión a la naturaleza, si es que no se toman medidas apropiadas para impedir esta alteración negativa. Debe haber orden para autorizar este tipo de expansión, considerando que el bienestar colectivo está por encima de legítimas o ilegítimas ambiciones personales. Indispensable es legislar, pero más importante es controlar que se cumplan con estas disposiciones, ya que la ley por sí sola no soluciona los problemas si es que no se controla con seriedad su cumplimiento, como ha ocurrido en un barrio de Quito por actitudes “complacientes” de autoridades.