¿Verdaderamente sabemos amar?

Karina López Pino

“El amor es paciente, es bondadoso. No es envidioso ni jactancioso ni orgulloso. No se comporta con rudeza, no es egoísta, no se enoja fácilmente, no guarda rencor. El amor no se deleita en la maldad, sino que se regocija con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”.                                               

                                                                                                                     I Corintios 13:4-7

Un amor ágape solo y únicamente puede provenir de un amor limpio, transparente y espiritual que sobrepasa a la capacidad humana. Solo Dios pudo demostrarnos que este tipo de amor era posible al enviar a su hijo para que muriese en una cruz para salvar a la humanidad, del pecado. Fue tanto su amor para con nosotros que sin esperar nada a cambio nos demostró que se puede amar con libertad y regocijo. Sin embargo, para los seres humanos nos es tan complejo tener un amor ágape porqué “amamos” solo a aquellos que son dignos de recibir amor. Los que nos hacen daño, los que nos maltratan, nos humillan no son “merecedores” de ser amados, para ellos basta la indiferencia. Siendo así, ¿verdaderamente sabemos amar?

No, sabemos amar. Nos falta mucho para experimentar un amor incondicional que sobrepasa cualquier entendimiento o lógica humana. De allí que el mundo está lleno de religiones legalistas que hablan tanto de Dios, pero no han aprendido a amar al pecador. A diario todos pecamos, solo que a algunos el pecado los ha marcado públicamente y a otros los mantiene esclavos, pero en secreto.

Mi reflexión pretende precisar que el amor ágape solo le pertenece a Dios y nosotros

 -su creación- solo podemos sentir tres tipos de amor: El más conocido y mejor experimentado en pareja es el llamado eros-amor pasional y de la fertilidad; en este tipo de amor fluye el deseo y la pasión. El amor philia es aquel que refleja el afecto por otro individuo; esto es lo que comúnmente conocemos por amistad que se fortalece en la admiración y el cariño. Hay “amistades” efímeras, duraderas, ocasionales y hasta por conveniencia. El amor storge sucede de manera natural nace entre padres e hijos. Se produce justo en ese momento en que una mujer sabe que será madre y que en su vientre tiene una vida; o en ese preciso momento, en el que el padre recibe a su hijo o hija que acaba de nacer. Este tipo de amor es profundo y hermoso, pero no siempre puede perdurar. Cuando no es alimentado se producen distanciamientos entre padres e hijos y no hay nada que los conecte más que la sangre; desaparecen los tiempos de calidad. No hay que dejar que agonicen.

Los seres humanos somos tan imperfectos que a medida que vamos creciendo nos vamos complicando más la vida y dañando a quienes amamos. La inmadurez, el orgullo, la insensatez nos va volviendo seres más pensantes y menos inocentes. De allí que sabía es la palabra de Dios que dice que deberíamos tener el corazón como de los niños porqué su pureza les permite amar con libertad, sin etiquetas, sin prejuicios, sin resentimientos, sin conveniencias. Para constancia, les invito a recordar una escena en la que hayan castigado a uno de sus hijos. Visualícenlo llorando a lágrima viva, pero en cuestión de segundos sus abrazos y besos nos regalan como si nada hubiese sucedido; su tipo de amor no tiene reproches solo amor sincero con libertad y gratitud.

Mañana que se celebra el Día del Amor y la Amistad procuren darle importancia al amor de familia; quien tiene amor de familia tiene un gran tesoro.