Volver / RINCÓN DE CULTURA

Jorge Dávila Vázquez

Queridos amigos: sí, este es un intento por retornar a mi Rincón, y desde él, dialogar con Uds., como hemos venido haciéndolo ya tantos años.

El dolor me ha alejado del periódico y de casi todos mis medios de comunicación: redes, correos, teléfonos… Hay períodos insoportables en la vida del ser humano, en que la carencia de energía juega rol trascendente.

Ahora, que, lentamente, retorno a la vida cotidiana, mi primer intento es este de volver a acercarme a Uds.

Ha sido un tiempo duro, terrible, pues a los dolores de la enfermedad se sumaron los de las pérdidas humanas, la mayor de las cuales fue, para mí, la de Bruno Sáenz Andrade, que se suma a la breve lista de hermanos que se fueron, encabezada por Alfonso Carrasco Vintimilla e integrada por Edmundo Maldonado Samaniego. Ahora son tres sombras fraternas a las que extrañaré lo que me quede de existencia.

Recuerdo que cuando Alfonso y Edmundo se fueron, si tenía duda sobre alguna cuestión de arte, literatura, o lo humano y próximo, mi primera reacción era telefonear a uno de los dos para consultarles. Ahora, con Bruno, ocurre lo mismo. Teníamos mil cosas pendientes, y sobre ellas estoy a punto de tomar el teléfono y llamarle.

En nuestro devenir estamos acostumbrados a los seres humanos y a su presencia; dependemos de sus saberes; extrañamos su humor y su sentido de la realidad.

Y, por supuesto, antes y después de Bruno, están las otras ausencias definitivas, las de Eliécer Cárdenas, Jorge Velasco Mackenzie, Pepe Vega Delgado, y otros contemporáneos que se han ido en este duro tiempo.

Este retorno, pues, está marcado por esas ausencias y por la honda huella que dejaron algunos seres en mi vida; así como también por las aflicciones sufridas.

Admiro a quienes habiendo padecido un cáncer y sometidos a sus feroces tratamientos, ni se han quejado mayormente, ni parecen haberse sentido afectados por las penalidades que causan esos intentos de combatir al grande y terrible mal.

Llevo en mi cuerpo, más de un mes después de terminado el tratamiento -especialmente de la infernal radioterapia- sus secuelas y no logro superar por completo su traumático efecto benefactor. Esperemos que lleguen tiempos mejores y menos sufridos, y les agradezco su permanente solidaridad en este duro período. (O)