Fraternidad y deporte

El domingo pasado, Cuenca vivió una experiencia inusitada. Una etapa del Tour de Francia, para muchos la competencia ciclística más importante del mundo, se corrió en sus calles y alrededores con la participación de más de dos mil pedalistas de diversas nacionalidades. Fue un acontecimiento internacional que se difundió en muchos países del mundo ya que participaron cultores de estos deportes altamente calificados en su carrera deportiva. Más que la interacción entre los que forman parte de un equipo como el fútbol, cada persona demuestra sus cualidades, formación y coraje.

Es este deporte parte de competencias olímpicas, pero desde hace algún tiempo han logrado creciente importancia organizaciones de otros países que año a año preconizan estos duelos en los que la nacionalidad de los competidores tiene un muy importante papel. La competencia en diversas formas, es parte de la condición humana que tiene sus aspectos positivos, aunque en algunos casos se la proyecta hacia el mal. En la historia del mundo occidental, los griegos que crearon estos eventos, demostraron que la competencia no solo debe proyectarse a la guerra, sino a acciones sanas que promueven el esfuerzo y disciplina de los deportistas como personas y partes de colectividades sociales. Luego se convirtieron en eventos en los que participan países de todo el mundo.

Los deportes –salvo muy pocas excepciones-  demuestran la excelencia del cuerpo humano en diferentes ámbitos, la mente tiene muy elevada importancia al organizar las actividades que requiere su práctica exitosa la disciplina e. Es muy importante que profundicemos la idea de que se trata de eventos pacíficos en los que la fraternidad entre los competidores es constructiva y que de alguna manera se traslada a los países o regiones. Todo lo humano puede corromperse con propósitos negativos, pero es muy importante que los seguidores nos centremos en el sentido positivo que genera la fraternidad competitiva.