¿Conspiración u oposición?

Análisis político Marco Salamea Córdova

Nuevamente los términos “conspiración”, “desestabilización”, “golpe” están siendo usados en los últimos días, por algunos sectores políticos del país, y particularmente por la Presidenta de la Asamblea Nacional Guadalupe LLori en el marco de los cuestionamientos que ha recibido, por su conducción de la Asamblea, por parte de una mayoría de asambleístas.

Son términos que también suelen ser usados por parte del Presidente Guillermo Lasso, para deslegitimar la acción de sectores políticos y sociales que critican o se oponen a sus políticas. Los mismos términos que solían también ser usados por el ex Presidente Correa, y luego por el ex Presidente Moreno, en contra de sus opositores. Y, además, términos, que igualmente son usados por Presidentes de otros países, y de distinto signo ideológico, para descalificar las protestas de la oposición. Así lo hacen, por ejemplo, Maduro o Piñeira, Duque u Ortega.

Se trata, entonces, de un discurso repetitivo, de una especie de cantaleta o estrategia política que usan quienes están al frente del poder político y no quieren respetar, o ni siquiera tolerar, que lo consubstancial de un régimen democrático es la existencia de opiniones diferentes, de críticas, de protestas y, por lo tanto de oposición. Sólo en las dictaduras se busca que no exista oposición, o si existe se la descalifica y se la reprime, y sólo en regímenes totalitarios se busca que no haya diversidad de pensamientos sino un pensamiento único.

Por otro lado, también es consubstancial a la democracia la existencia de una independencia de poderes (Ejecutivo, legislativo y judicial). Por esto mismo, si durante el régimen correísta se criticaba que no existía esta división, o que el órgano Legislativo (la Asamblea) estaba subordinada al Ejecutivo, resultaría contradictorio que ahora se busque hacer igual. No es democrático defender una mayoría cuando me favorece y descalificarla cuando no.

 Además, hay que recordar que el pueblo, en las elecciones del año anterior, eligió democráticamente una composición de la Asamblea ideológicamente diferente a la del también democráticamente electo Presidente de la República. Por lo tanto, democrático sería aceptar esta realidad y procesar las diferencias vía el diálogo y los acuerdos. (O)