29 de marzo de 1993

María Eugenia Moscoso C.

Acabamos de cumplir 29 años, desde que, el 29 de marzo de 1993, se registrara una de las tragedias que marcarían el devenir de la zona austral del país: la caída del cerro Tamuga, en la vía nororiental de la provincia del Azuay, que taponara el cauce del río Paute, alimentado por los cuatro ríos que atraviesan Cuenca, más el río Déleg, proveniente del Cañar.

Largos días le tomó al Comité de Gestión, encargado en decidir la liberación del dique formado en la zona, que represara el agua acumulada durante 33 días. Fue el 1 de mayo, cuando se decidió asumir esta delicada misión, con el consiguiente arrasamiento de todo cuánto encontrara, aguas abajo, el caudal liberado.

Recuerdo que en las orillas del río Paute, convertido por su enorme caudal en un rio de la magnitud del rio Guayas, no dejó piedra sobre piedra, ni casas, ni árboles erguidos, ni sementeras en su lugar. ¡Todo fue llevado por la correntada! El 1 de mayo de ese año, pudimos constatar la destrucción y la devastación de la zona. Después del 29 de marzo, el afán de reconstrucción fue lo que nos absorbió a todos los vecinos de la zona austral. Reconstruir la casa y limpiar la tierra fue nuestra misión.

Ahora, a los 29 años, gozamos del paraíso pauteño, con una tierra fértil y fecunda, que nos da frutales y vegetales de extraordinario valor. Parodiamos la canción popular y decimos: ¡Gracias a la tierra que nos ha dado tanto! (O)