Realidad paralela

Ana Abad R.

“Ellos viven una realidad paralela a la que vive el pueblo ecuatoriano”, afirma el señor Presidente para referirse a la Asamblea mientras señala no necesitarla para gobernar. Insensatas y arrogantes declaraciones que no hacen más que incrementar la extrema sensibilidad política que estamos viviendo. La descomposición institucional no se detiene en Ecuador: no tenemos separación de poderes, ahora los jueces se dedican a resolver contiendas políticas partidistas; las creencias religiosas de los gobernantes determinan sus decisiones; la corrupción se muestra en sus peores momentos en un vaivén permanente de acusaciones que involucran a todos los estamentos del Estado ecuatoriano; las acciones del narcotráfico desnuda a un Estado fallido que sigue acumulando el asesinato de decenas de ecuatorianos privados de libertad, incapaz de “averiguar” qué pasó con el radar en Manabí; se negocia de manera personal en Carondelet con empresarios y grandes corporaciones con claros intereses privados que pretenden mantenernos como un país primario exportador, en desmedro del medio ambiente y los derechos colectivos y de la naturaleza. Las amenazas y bravuconadas en la política ecuatoriana es otro detalle más, en esta tragedia nacional que pone en crisis al sistema democrático y profundiza la pobreza y desolación de millones de ecuatorianos. (O)