Santa Ana de los Cuatro Ríos

María Eugenia Moscoso C.

¡Cuenca, es una ciudad con solera! Atrae a propios y a extraños, por su trazado físico en cuadrícula, por sus cuatro ríos que le otorgan un encanto singular, por sus montañas que la circundan, generando un valle de atracción y belleza.

En su dimensión histórica, 465 años desde la fundación española de nuestra ciudad, trazan un largo peregrinaje que exhibe distintos personajes y renovadas acciones que, han colocado a esta ciudad en un sitial de privilegio. Además, una significativa característica de nuestra urbe, es su tradición cultural. No en vano, se le ha otorgado el remoquete de “Atenas del Ecuador”. En esta ciudad se conjugan las artes y la literatura, las artesanías en cestería, en textiles, en cerámica y en barro; el trabajo de joyería en oro y en plata, constituye un punto de atracción muy particular; las Herrerías es un lugar de enorme atracción para los turistas y visitantes. Cuenca es, como dice el cantor, “ciudad de mil aleros”, con sus casonas coloniales, con sus iglesias que se yerguen con sus torreones y sus cúpulas, para llenar el cielo cuencano con sus campanarios y el llamado a la oración; con sus calles, con sus puentes y barrancos que custodian las orillas de sus ríos, al correr raudos y bordeados por sus parques lineales cautivando al caminante, al seguir el raudal cristalino de las aguas. Y claro, no podemos olvidar su gastronomía, con el maíz elaborado en variadas recetas, la panadería con sus costras y mestizos, el cuy con mote y la dulcería ofrecida en el Corpus Chisti, con quesadillas, manjares y pan de viento, entre muchísimas exquisiteces.

Cuenca hermosa de fuentes y flores, se viste de gala en sus fiestas de fundación. ¡Cuenca es una ciudad cargada de alma! (O)