Los “Bienaventurados”

Marco Carrión Calderón

En Semana Santa se ha escuchado esa palabra que es tan conocida, del Sermón de la Montaña, en que se dice que Jesús proclamó una serie de “bienaventuranzas”. Pero no se puede desconocer el hecho de que en la vida real las cosas suceden de manera muy diferente de lo que el profeta trataba de manifestar.

“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”.  Eso significa restaurar una relación correcta entre las personas, pero, sin embargo, no hace falta pensar mucho para darnos cuenta de que tal cosa no sucede ¿Cómo podríamos pensar que se cumple si los pillos y los ladrones son los que viven mejor que los justos, en una evidente injusticia? La gente pobre y desventurada sufre la injusticia de no tener lo suficiente para vivir, para alimentar a sus hijos, para curar adecuadamente sus enfermedades. Ellos, precisamente, son quienes tienen “hambre y sed de justicia” y tendrán que seguir esperando y clamando.

¿Habrá justicia en un mundo y en un país en que quienes deberían permanecer en las cárceles pagando los latrocinios ahora han empezado a conseguir la libertad mediante la utilización de jueces que venden o regalan sentencias exculpatorias sin un ápice de vergüenza? Parece que se viene una avalancha de solicitudes de ese tipo ante la vista y paciencia de aquellos que tienen “hambre y sed de justicia” y que deben seguir en las cárceles por delitos muchísimo menores que los de los que consiguen la excarcelación bien amparados por poderosos padrinos y ante la mirada tímida de un gobierno que no atina cómo gobernar en forma eficiente.

Los que tienen hambre y sed de justicia han esperado por muchísimo tiempo que eso se cumpla y que no sea solamente para que los poderosos vivan bien, cómodamente, con elegancia inconcebible y con todo cuanto sea hasta innecesario. Que la alimentación necesaria para las familias no llegue nunca. La gente que no tiene ni hambre ni sed de justicia es la que tiene todo y en exceso ¿Vale todavía la antigua excusa de que el sufrimiento por la injusticia es por la “voluntad de Dios”? En este caso ¿en dónde queda el ofrecimiento de Jesús de saciar que claman justicia? (O)