Pacto inocultable

Aurelio Maldonado Aguilar

Habeas corpus quiere decir: te entrego el cuerpo. Así parece indicar la justicia ecuatoriana banal y corrupta cuando entregaron libertad franca y total al cuerpo de Glas, convicto juzgado, penado y en espera de otra nueva sentencia, a quién entre paréntesis le sentó muy bien la cárcel, pues salió elegante y con paso de triunfador, risueño a más no poder, abrazando y besando niños que los levantó en muy buena demostración de fuerza y salud, además de que los implantes de pelo en su calva, prendieron maravillosamente en el tiempo de relax de prisión, mostrándose rejuvenecido, con un bonito arete en el lóbulo de su oreja que da para pensar que compartió con prisioneros de amplísima tolerancia. Está libre y confiemos que mientras escribo, no franquee fronteras o ingrese a embajadas, pues tiene muy buena escuela de evasión y mucha facilidad para actos deshonrosos, cultivados en grupos de delincuencia organizada. La acción constitucional del habeas corpus pone requisitos clarísimos. 1-debe ser presentada ante la corte provincial 2- el peticionario debe estar presente en el proceso 3- la autoridad competente debe citarlo. Atropello flagrante en toda la extensión de la palabra. 1- se presentó en un juzgado de Manglaralto 2- Glas nunca estuvo presente y 3- la autoridad no lo citó porque no sabía dónde estaba. Que maravillas. Bingo. Sus abogados duchos, fueron amparados en cínico y clarísimo pacto, e indicaron que Glas estaba loco, “veía sangre en las paredes de la celda, alucinaba, se encontraba al borde del suicidio” argumento al que no se opusieron representantes del ejecutivo allí presentes y no por tontos, sino más bien seguían órdenes y entre gallos y media noche, solventaron trámite en manos del juez Moscoso, que en un alarde de altanería dijo luego a las cámaras “que le tenía todo esto sin cuidado” Todo demuestra que semejantes barbaridades se hicieron en comandita entre justicia y ejecutivo, donde se violentó la jurisdicción y competencia, más fraude procesal donde queda instituido que quien vea sangre en las paredes tendrá derecho a libertad no importa el delito y que los delegados del ejecutivo demostraron aceptación de semejante barbaridad. Ya basta. Corriendo el riesgo de ser llamado subversivo, creo que el Ecuador no da más y tenemos que tomar medidas y disposiciones drásticas como pueblo. No podemos continuar siendo tontos útiles y que el gobierno pacte por su timidez con la delincuencia organizada, para que regrese a la senda del robo, glosas desvanecidas, coimas de millones, sobreprecios, sabatinas y mentiras monstruosas. (O)