La sociedad es consciente del valor que tiene la mano de obra calificada en herramientas específicas, técnicas o tecnológicas, cuya preparación, en Institutos Tecnológicos y en Universidades, necesita mayor impulso público y privado. Sin embargo en Cuenca, cuna del desarrollo productivo de la región y de importantes industrias que mueven la economía del país, tiene un Instituto Tecnológico público al borde de la quiebra. Estudiantes, docentes y autoridades del Instituto Tecnológico Azuay alzaron sus voces para insistir en el reconocimiento como Institución de Educación Superior y sobre todo en el derecho a recibir fondos públicos para su gestión, no solo para los sueldos docentes. No es posible que por la falta de visión de operadores del centralismo, un terreno y un crédito no reembolsable estén a punto de perderse causando gran perjuicio a los jóvenes que requieren una formación tecnológica que atiende principalmente al sector productivo e industrial de la región.
Las Universidades en el Ecuador, reunidas esta semana en un Congreso en la Universidad de Cuenca, reconocen la urgencia de la formación tecnológica. Esperemos que el sector regulador y la política pública camine bajo este mismo sentido de urgencia, responsable con las necesidades nacionales y locales y con los sueños de tantos jóvenes a quienes se les prometió oportunidades, se les ofreció apoyo en la educación superior y la formación tecnológica es un componente de esa educación que requiere una política pública seria, no el “yo te ofrezco y busca quien te dé…” (O)
